Soy
deudor de todos como dice San Pablo, (Romanos 1:14) pero esto no es tolerable,
y ni siquiera cuando descubre con mucho desparpajo y saña las cosas que suceden
en los obispados cuyos titulares saben mejor porque tienen mejor perspectiva.
Yo
quise en mi juventud ser cartujo, pero no pudo ser por motivos que no son
oportunos explicar aquí. Pero si hubiera sido no me hubiera importado ser
el último en todo, porque era lo que yo quería ser, y no
reclamar consciente o inconscientemente un lugar en el sol del monasterio
preeminente o no. O mueres con Cristo y esperas resucitar con
Él, o te sales para el mundo como ha hecho el señor Arregui.
Copio de un escrito
de Celso Alcaina en la revista REDES CRISTIANAS: Laico es el que no puede decir en nombre de Jesús de manera
efectiva: “Hermano, hermana, no te aflijas, porque estás perdonado, y siempre
lo estarás. Nadie te condena, no condenes a nadie. Vete en paz, vive en paz”.
Laico es el que no puede decir a una pareja enamorada: “Yo bendigo vuestro
amor. Vuestro amor, mientras dure, es sacramento de Dios”. ¿Pues bueno, si fuera así!
Siento
disentir, aunque me parece espléndida la forma utópica de entender los
sacramentos, o actos del culto en cualquier denominación cristiana. Dios es Dios de orden, y el señor
Arregui parece desconocer (a pesar de ser un maestro de su propia
doctrina) la condición humana perdida,
que le incita a vulnerar las leyes de Dios (o la Naturaleza ).
Si todo fuera
como dice el sr. Arregui, sería realidad la Arcadia … o la Utopía de Moore. No es así, y cada uno anda por
sus propios caminos, propiciando, queriendo o sin querer, la anarquía y el
desorden que al fin de cuentas es solo desobediencia de personas que no han
recibido a Cristo, y que olvidan las palabras del Maestro con las que termino y
concluyo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26).
AMDG.