Cuando leo a Pagola, Diez Alegría, Arregui, y tantos mas, me viene al pensamiento, tal y como ellos hacen, lo que Jesús quiso decir cuando hablaba.
Traen a capítulo, algunas citas, que tal parece que se concuerdan con algunos aprovechados del “evangelismo loco” queriendo dar su tesis de lo que quería decir Jesús.
Dice Diez Alegría, que al final de alguna manera Dios nos salvará a todos. Eso supone que no hay alma, y que la vida de un hombre nada significa haga lo que haga, con lo cual seríamos como aparecen las hormigas a nuestros ojos. Algo minúsculo e impersonal. Mitad calvinista y mitad católico.
También afirman que la Iglesia tendría que ser de otra manera, pero no dan guías ciertas, y lo que dicen no aporta nada más que la venta de Vaticano para criar pollos, y lo que hay, repartirlo entre todos. Y se acabó la función.
A todos nos encantaría (incluyendo a los vaticanistas) una Iglesia más movida espiritualmente y menos ritualista, pero el rito es lo que en todos los lugares se practica, de manera que pueda parecer protestante o católico lo que se hace. Ya he hablado de estos extravíos, fruto justamente del exceso de carisma, o exhibición vana.
Eso es muy lindo, (Patadón y p àlante) pero la anarquía (el pecado) ya señorearía por el mundo, y el diablo habría ganado la batalla, y ya le estamos dando muchas facilidades. Y como dice un viejo refrán: “el niño que era tragón y la madre que le achuchaba”… pues ya tenemos el panorama completo.
Yo soy en particular, morigerado casi en exceso, (tal vez la edad), pero considero que no hay que ser banqueteadotes, para tener una vida rica y alegre, y tener que compartir con el que padece necesidad. Y en lo que respecta al sexo hay solución perfectamente definida. Modestia, amor y Cristo entre los esposos.
No sé lo que el Papa se considera, ni ningún oficial o predicador anglicano, evangélico, se creen ser. Lo que si sé es que San Pablo dijo que: Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. (1ª Corintios 12: 27)
Yo por creer me lo creo todo, pero supongo que hay que disfrutar del sosiego y la preparación suficiente para decir al final las sandeces que se dicen. Yo no quiero ser tan listo pero alguna cosilla tengo algo de inteligente y prefiero mejor a los padres de a Iglesia y a la misma Biblia que a unos pedantes sabihondillos.
Y Jesús dijo: Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. (Mateo 23:8) Por aquel tiempo en que Jesús dijo eso, no había todavía más Iglesia, que la de los que seguían a Jesús.
¿Como cree el Sr. Arregui (al que no le niego sus razones), que se podría promover una manifestación cristiana pacífica y hermosa (en este caso, católica) en Madrid si no hubiese una llamada centralizada que los convocara de todas partes del mundo?
¿Quiere ser un San Francisco de Asís? ¡Hágase! (que seguramente tendrá más eco que lo que ahora hace), pero no nos traiga unas utopías, que entre ángeles está muy bien, pero la Iglesia cristiana es pecadora, y Cristo es su SALVADOR. (Efesios 5:23) Y conste, que no quiero ser ni ácido ni criticón.
Si es su salvador, de algo tiene que salvarla. Esto lo dice San Pablo. O este está equivocado, o La Biblia yerra, o los escritores del NT., nos engañaban descaradamente.
Las cosas hay que tomarlas en serio, o dejarlas. Recomiendo le lectura de un viejo autor Maxence Van Der Meersch en su libro: LA MÁSCARA DE CARNE. Podremos comprender muchas cosas importantes.
Son materia que a algunos les parece que se pueden interpretar a la ligera, y de pronto “¡eureka!” encuentran lo que tantos antecesores, en la vida de la iglesia, tienen trillado y bien trillado.
La frivolidad, en algo que atañe a nuestra Vida Eterna, no es cosa de manipular o manejar con toda buena intención, pero alegremente sin tener en cuenta las consecuencias.
Todo acto tiene consecuencias, y si el Vaticano II trajo y trae tanta polémica imagínense lo que significaría multitud de opiniones y reglas alocadas que vemos todos los días los que miramos un poco.
Hay muchos problemas en la Iglesia de todas las denominaciones, pero no debemos entorpecer una labor casi titánica de controlar y ordenar a tantas personas, cada una con su pensamiento y su forma reinterpretar.
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