A medida que avanzan los tiempos, se establece por medio de la técnica un estado de inquietud por poseer todas las cosas que nos ofrece la vida moderna en cuanto a comodidades que, lejos de ser un oprobio para la humanidad es un aliciente de vida para todos.
Desdichadamente estas cosas que la técnica ofrece a nuestro vivir, se constituyen un género nuevo de viejos dioses. Los lujos antiguos y las horribles diferencias entre los hombres, están cada vez más arrinconadas, (no en cuanto a participación de bienes) y los prohombres ya no son tan inasequibles al conocimiento de las gentes, a causa de las libertades y de los abundantes y evolucionadísimos medios de comunicación. Los grandes se esfuerzan en darse a conocer al público.
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A las personas que son jóvenes esta situación les parece normal, y hasta mejor que las antiguas formas de vivir; a los mayores o claramente viejos, nos produce casi la sensación que le produciría a un Neandertal, el que alguien de otra tribu encendiese un mechero para dar fuego al grupo.
De manera que los mayores estamos atrapados entre dos culturas. La cultura del «guárdalo todo», y la del «tíralo y compra uno nuevo». Esto último nos suena escandaloso. La realidad es que el mundo avanza en conocimientos vulgarizados, y las Universidades erogan continuamente un número mayor de graduados que, como dice el viejo dicho, «no saben hacer una «o» con un canuto».
Abundan los pequeños aparatitos con técnicas avanzadas, que los viejos no acabamos de digerir; nos asombramos de la habilidad y la naturalidad con que se manejan, hasta por los niños, los teléfonos móviles, los aparatos de sonido, fotos, música, etc., cuando nosotros ya no damos pie con bola en el manejo de estos.
Esto, a la vez que ayuda al desenvolvimiento de la nueva cultura que llamamos «cosista», es un handicap dificultoso para los jóvenes, que tienen demasiados artilugios que les impiden ocuparse del estudio serio en libros y clases habladas. La cultura les parece inútil, porque por la televisión, etc., se les enseñan multitud de historias y documentales, donde se pueden ver con toda perfección lugares exóticos, históricos, hechos y batallas con toda documentación, y las tesis de distintas escuelas del saber.
No podemos determinar que estos "avances" son malos en sí, sino una evolución de la búsqueda del bienestar por el humano (por lo menos en lo que llamamos "el Occidente"), y una manera nueva de pensar. Obviando las hambrunas, hoy existen unas agitaciones y la inquietud por la seguridad, así como por el temor de el famoso «Papá Estado» no pueda (y se nota), dar lo que la familia a duras penas proporcionaba en seguridad, compañía, y solidaridad, aun necesariamente precaria.
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Antes, «la familia, era la familia», pero actualmente, excepto en los países latinos, la familia se va diluyendo en una especie de «sopa boba», de forma que la soledad se apodera de las personas en los países que han hecho de la familia una forma peculiar de vivir.
A pesar de que la religión aun está presente en el colectivo, sobre todo en los ritos y manifestaciones públicas, es despreciada, cuando no rechazada por muchos; entre la dispersión de la fe protestante, y el tan llevado y traído «monolitismo» de la católica, las cosas se han dejado a las interpretaciones personales y formas de aplicar la doctrina de Cristo, de tal manera, que en muchos lugares no hay una forma creíble y constante de fe.
Esta es una prueba de que he leido tu artículo. Abrazos
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