martes, 13 de diciembre de 2011

PARANOIA CONYUGAL PARTE ll


                      El hecho patológico es una continua situación de trastornos mentales, tanto de manías persecutorias por las que se sienten engañadas u oprimidas, como de actitudes histéricas que ellas tratan de hacer pasar por respuestas «moderadas» a las supuestas agresiones cometidas contra ellas, o a las que ellas «saben» que están preparando los demás para perjudicarlas, y que duran toda la vida de las que las padecen. Y por extensión, en las vidas de los que viven y se mueven en su entorno.

Esta personalidad permanente en todos los casos (es incurable de por vida), es una psicopatía adquirida generalmente de las inculcaciones, de otras y recogidas por las mujeres que, a causa de algún trauma infantil o juvenil, están perpetuamente en posición vulnerable ante quien no les dé la razón en sus extravíos que, al no ser alucinaciones no aparecen claramente. Solo en casos de celos, y otras manifestaciones muy puntuales.

A los que por no vivir en su entorno no padecen su continua gotera de sospechas, recriminaciones, y la clara (para ella) percepción de que está siendo engañada y estafada, les parecerán exageraciones y hasta crueldad lo que cuentan de ella.

 Sean cuales sean las definiciones utilizadas, y que son tan aleatorias como el mismo hecho patológico, se trata siempre de manera uniforme y clara en todo lugar y sociedad, de los mismos síntomas característicos. Así es como ocurren las vicisitudes en el interior de muchas divorciada/os paranoica/os. Vamos a dejar claro desde ahora mismo varias realidades, para despejar el hilo de nuestros razonamientos.

  Hay hombres que son también paranoicos.
  Hay hombres que son malos de toda maldad.
Hay hombres que se comportan como verdaderos brutos en su hogar y en cualquier lugar por donde pasan.
  Hay hombres que abusan de las mujeres de forma inicua.
  Hay hombres de todas clases, que abusan hasta de sus hijos.
  Hay mujeres que también lo hacen, según las estadísticas, tan         frecuentemente como los hombres. De forma más velada y sutil.
Hay mujeres que son tan pervertidas como los varones, y eso      lo sabe cualquiera. 

De modo que, aclarado este extremo de la maldad existente en todo el panorama del abanico humano, tenemos que volver a centrarnos en el tema que nos ocupa.

Nunca se puede decir que la razón la tiene este o aquel, pero es relativamente fácil comprobar que generalmente, las penas las tiene que pasar el varón en el terreno sentimental. Y ya no digamos en el económico. Decir que todo es culpa de los dos es una simpleza. La legislación lo declara clarísimamente.

La persona no es el culpable absoluto, de lo que está ocurriendo en estos momentos en las relaciones de pareja. Es también, la ley que da por bueno que cuando el Sr. Pupas sea echado a la calle, ya no puede ver a sus hijos sino cada quince días.

¿Quien es el cerebrín que se ha inventado semejante dislate, que tanta muerte y desdichas está produciendo? ¿En qué estaba pensando cuando erogó tal espantosa ley? Las «paranoicas» son uniformemente, reconocibles por su «conducta característica». 

Es algo que se percibe tan pronto como se entra en trato con alguna, y se habla con ella sobre cualquier materia. Las represalias preventivas, y la venganza por consumar, son fuente de paranoia activa. Larvada y disimulada, aunque presta a saltar a la menos ocasión.

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