lunes, 9 de enero de 2012

ENTREGA


Mi pobre corazón en ti confía
Y ya no alega ciencia, ni argumento,
Ni absurdas preces, ni teatral lamento,
Pues solo tú me llenas de alegría.

El mal busqué con furia y con porfía,
Con locas correrías y aturdimiento,
En lucha sin cuartel,mi pensamiento
No quiso ir a ti por cobardía.

Perdido estando ya en segura muerte,
A ti clamé sabiendo que era indigno,
Y en ti encontré santo perdón benigno.

Y ahora, jubiloso por mi suerte,
Y siendo liberado del maligno,
Mi frente he señalado con tu signo.

Mi vida te resigno,
Pues no hay amor más puro y regalado,
Que aquel que se disfruta en ti confiado.

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