lunes, 13 de febrero de 2012

EL NAUFRAGIO DE OCCIDENTE. (1)



Como espectador considero a Joseph Ratzinger, hoy papa, como lo he considerado siempre desde hace muchos años. Un hombre de una enorme competencia espiritual. Sus libros más antiguos destilan espiritualidad. Sus maneras son prudentes y no autoritarias ni ásperas, como en cierto modo raras veces actuaba su predecesor.  

En su discurso de Ratisbona que tanta polvareda levantó, demostró muchas cosas positivas y negativas, según mi apreciación. Más que negativas, eran a lo sumo inapropiadas para el acto. El primer error, es considerar que el Islam vive en el siglo XXl cuando en realidad vive en el siglo XVI. Por tanto no puede soportar, lo que el papa dijo de Mahoma.

Las reacciones eran de esperar, y hasta me han parecido flojillas para lo que nos tienen acostumbrados esos gritones barbudos, que en realidad no representan al Islam. El Islam es algo más serio, y se toma muy en serio por sus seguidores.

¡Quién diera, que los cristianos fuésemos tan “fanáticos” de la verdad, como ellos de su creencia! No de las cosas secundarias, como los gritos de los energúmenos, por mucho que se intenten cargar de razón. Ellos desacreditan al Islam. Y como todo, el Islam mira los tiempos y las circunstancias.

Que el Korán contiene suras, haciendo enemigos a los cristianos o a otras creencias, es una realidad. Solo hay que comprar un ejemplar, en rústica, barato, para leerlo y enterarse. ¡Ya vería Mahoma mal, al cristianismo de aquel tiempo!

Cuando vio lo que era el cristianismo del imperio, ya se dio cuenta de que aquello era fachada y nada más, aparte de los que se tomaban en serio a Cristo. Una minoría muy minoritaria.

El papa tiene que saber y estar bien aconsejado, de que esa forma de hablar no se consiente entre las masas fanatizadas islamistas, como se hace y se consienten, tantas ofensas y burradas en el cristianismo comodón que se estila hoy. Estas gentes son mucho más serias en sus creencias, y no aceptan que se insulte a Mahoma. Pero lo que dijo quedó dicho. Hay que tener mucho valor para pronunciarse así.

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