lunes, 5 de marzo de 2012

DESDE MI RESPONSABILIDAD



Cada vez que oigo o veo a un tribuno político, religioso, o de otra clase de actividad o creencia, me da la risa, a menos que por la índole del tema que explican me entren ganas de llorar. ¡Desde mi responsabilidad! Dicen tonantes ¿Qué responsabilidad?

De las veces que he oído esta coletilla y me he fijado en la conducta del que las pronuncia, me he dado cuenta de que responsabilidad no tienen ninguna. Se les discute más o menos por parte de adversarios y discrepantes, pero no veo a ningún responsable pagar por la falta de cumplimiento de su “responsabilidad”.

En “palabras de cinco peniques”, todo lo que dicen es una pura entelequia, porque nadie se atreve con las convenciones sociales y los convenios entre bambalinas. Como no sea un tipo como Gadaffi, que se juega la vida para mantener un poder omnímodo, aunque después caiga en manos de los “perjudicados”, que tal fueron los que le encaramaron en el poder.

Ahora vienen las elecciones de Andalucía. Durante tres decenios, el partido socialista en el que tantos habíamos puesto tantas  esperanzas, se ha comportado como los demás partidos socialistas que han sido y se han impuesto en este mundo. De pena. Salvo los que se han beneficiado de sus correrías dinerarias, los demás estamos sumidos en el más oscuro desencanto.

Si esto es el socialismo –y lo es- siento pena por España, porque deploro hasta el infinito los errores involuntarios o adrede, de la administración de una nación como España. Los contubernios demostrados, y los que no necesitan demostración, son incontables.

¿Responsabilidades? ¿Dónde? ¿Ha devuelto alguien, sea de derechas o izquierdas, el dinero sustraído al “pueblo soberano”? Quien recoge ahora los restos putrefactos que han dejado en las mentes y en los corazones.

Amigos del dinero ajeno, amparándose en la coartada de defender los intereses de los trabajadores (por favor apeen el de obrero que suena a dos siglos atrás), han hecho “mangas y capirotes” con el dinero destinado a formar y reformar a un pueblo, que ya de por sí estaba contento con la situación (ahora lo vemos claramente).

La crisis es otra coartada (como el Prestige o la bomba del tren) dos días antes de las elecciones que se debieron suspender, cuando hasta los que somos más incautos y torpes podíamos ver que las cosas no podían ser así. Y el “responsable” de tal desastre se va tranquilamente sin que ya nadie se acuerde de él: solo se  acuerdan de la angustiosa situación económica y moral que atraviesa el país.

Tal como en Argentina, una y otra vez, el pueblo soberano elige a sus mandatarios, y cuando le va mal (porque lo que eligen está destinado ineluctablemente a fracasar), echa mano de conjuras internacionales y poderes ocultos. Aquí solo hay un poder oculto que es el Diablo. Tal poder revuelve a sus seguidores, que creen que todo va a ser así permanentemente.

Todos los que tenemos una edad avanzada, sabemos por experiencia que permanente no hay nada en este mundo, sino la maldad del hombre, entregado a la avaricia que, como dice el apóstol, es idolatría. Y aquí como colofón final a este pequeño escrito pongo una frase bíblica que no tiene desperdicio. Léase entero todo el capítulo.

…está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.
   
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo capítulo 6)

No hay comentarios:

Publicar un comentario