Querido
amigo y buscador de la verdad,
aunque sea por caminos que ya recorrí, y todos me
llevaron a un callejón sin salida. La prosperidad, el estudio de toda materia
que se me ponía por delante para conocer más y más de los arcanos del mundo y
de la vida. Virtud que despreciaba, vicios que practicaba y amaba. Como tengo confianza contigo y no
hago distinción de personas te lo digo francamente.
Me
das por supuesto que no quieres saber nada de Dios; para ello citas el caso de
Amalec, el de Jericó, el de faraón y los primogénitos, y todo eso que te hace
pensar que Dios es cruel y que debe dejarnos que hagamos lo que nos dé la gana Pues si fuera así, el mundo (no lo dudes) se acabaría en
pocas horas.
Si la vida durara mil años o más, ya no
habría ni una sola persona en el globo terrestre, porque nos
habríamos matado unos a otros. ¡Solo durando unos pocos años, y nos
estamos sacando los mondongos unos a otros! Hoy decía el famoso actor
Clint Eastwood: «Es increíble ver lo estúpida
que puede ser la humanidad»
Y
es que somos tan estúpidos, que lanzamos hierro ardiente contra la carne palpitante
y viva de los semejantes. Y no admito razones. Son “razonadas sinrazones” que
disfrazamos de razones. Ninguna cosa por muy
aparentemente importante que creamos, vale la
vida de un semejante, sea religioso o sea
como sea.
Pero
si te diré algo que va a suceder inevitablemente.
Tú no quieres a Dios, lo ignoras, y Él, mientras estás en esta vida, te ama y quiere
tu bien. Porque eres hechura suya. Sin más añadiduras ni discusión en las que no entro siquiera.
Cuando llegue la hora de la verdad, tú no vas a estar en la vida eterna porque “no
quieres estar”. Dios que ahora te llama con tanta
ternura, no lo seguirá haciendo. ¿Para qué, si tú no quieres?
Dios
es misericordioso hasta límites que no podemos
comprender los humanos. También es justo hasta tener que entregar a su propio hijo, dechado de inocencia,
para que nosotros pudiéramos ser redimidos de nuestras maldades y nuestras
perversas inclinaciones.
¿O
es que no lo vemos claramente en las guerras de nación contra nación, aldea
contra aldea, y en la misma familia en la que se
aguantan unos a otros por intereses, o porque los restos del cristianismo detienen tantos odios y enemistades? Ahora aquí te corteja el Cristo,
y con su Espíritu trata de vencerte sin forzar tu voluntad o
tu libertad. Solo con amor. Y el amor, es solo
desear tu bien y salvación eterna. Y no me digas que no hay perdición, porque la hay. Solo tienes que contemplar el panorama del mundo.
Por
eso ahora es el tiempo, ahora es la hora de la verdad y de tomar “de
una puñetera vez” la decisión de servirle, porque Él no
quiere ser servido para aumentar su gloria. Le sobra de eso y de mucho más,
para permanecer en su estado beatífico de dicha completa.
El Cristo, es el que Dios Padre ha puesto para que nos aconseje, y nos
vaya bien en esta vida tan pesada y a veces tan repugnante.
Y con su sangre obtener para
nosotros eterna redención.
No
de otro modo se entiende, como algunos deciden dejar este mundo por su propia
mano, desesperados por no poder dominar los
acontecimientos y su propia angustia, y es por eso por lo que deciden acabar
con ella por ese camino tan errado.
Resumo;
si tú no quieres a Dios, estarás muy incómodo con alguien que te cae “tan
gordo”, tan antipático, y al que has juzgado temerariamente. Tu resentimiento no tendrá fin. Tal como cae el árbol, así se queda. La eternidad no es un
tiempo muy largo, sino un presente de beatitud dichosa para los que aman a Dios.
Y por otra parte, como “un gusano que roe o un fuego que no se apaga” para el que se resiste a
Para
no insistir, te daré un versículo bíblico entre muchos que hablan de lo mismo:
Toma buena nota de ello porque te va la vida, y yo no quiero que pierdas tu
vida por zarandajas de la mal llamada ciencia, que parece no tener otro
objetivo que tratar de refutar lo que ella misma va descubriendo, no
creando: Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a
todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros quedéis excluidos. (Lucas 13:28).
Rafael
Marañón
23
de Noviembre de 2012
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