Pues verás: soy liberal y conservador, izquierdoso, derechoso, y todo lo que termine en oso o ista, etc. Verás, porqué puede ser.
Soy liberal porque me gusta que cada uno tenga su libre elección, y porque así
se hace que la sana competencia haga prosperar a las gentes. Soy conservador,
porque la tradición me gusta y me place conservarla. Y soy progresista, porque
me encanta la inventiva y el desarrollo de las capacidades de todos (y digo
todos), los hombres y mujeres del planeta. Lo que no me gusta, son las tonterías.
Cuando se dice que los niños, y los no tan niños,
mueren de hambre, no es correcto. Mueren mayormente de malnutrición que les
trae toda clase de carencias alimenticias, y les predisponen a la enfermedad.
Comer yuca todos los días, o barro como se dice ahora de algunas regiones
depauperadas, no es nada agradable. Podemos probar, pero no creo que nos guste.
.
Creo en la sana ambición, y creo en la solidaridad
verdadera, que es no consentir que las gentes más desafortunadas estén pasando
muchas fatiguitas, y otros se compren un yate de no sé cuantos millones. No
aguanto a los superfinos, y tampoco a los que todo les da igual.
Respeto lo respetable, y lo que va en consonancia
con la palabra del Cristo que al fin y al cabo es la única sendita- todo lo
estrecha que parezca- que lleva a la vida, comprobado este aserto por mi
experiencia dilatada y ser persona muy dado a meditar y a disfrutar de lo
bueno.
Creo firmemente (y así me permitiera Dios que lo
pudiese comunicar y me creyeran), que la dicha o la desdicha residen en
nosotros mismos y que, debidamente guiados por la fe (ciega y todo) en el
Cristo de Dios, podemos ser todo lo dichosos que se puede esperar de esta vida.
Y después la Vida
eterna.
Las cosillas que pasan del día a día, solo son anécdotas
de la vida política; lo que de verdad es importante es la atención que pongamos
a Cristo, y las consecuencias de paz y seguridad que le son propias. Ello
proporcionará a la humanidad, gente compasiva, solidaria, bien hablada,
educada, comprensiva, no juzgadora, y tantas otras virtudes que adornan al buen
cristiano, y que le hace sal de la tierra para que no se pudra más aun, y en
levadura para que esta pueda ser pan para bien de todos.
.
Entrar en toda ese galimatías de vigores altruistas
es una tarea demasiado compleja y a la vez simple, pero no cabe en un breve
escrito. Baste saber, que el cristianismo con todos sus defectos es hecho
adecuadamente el mejor sistema político que se pueda imaginar como dado por el
que hizo los cielos y la tierra y todo el Universo. ¿no sabrá Él lo que se ha
de hacer para que las cosas funcionen bien?
Ese es mi sistema político; no el del cinismo, la
mala voluntad, la corrupción en todos los tiempos, y el perjuicio de enormes
masas de personas, a las que no se les proporciona la ayuda que precisan
clamorosamente. Me parece que el Creador “olvidó” que todos pasáramos por el
trance de un hambriento o un disminuido ciego, deformado, etc. (solo durante un
tiempito prudencial); todos aprenderíamos lo que es la verdadera hambruna, y
las depresiones y frustraciones que caen sobre las personas que padecen estos
rigores de la vida.
Tal vez pensáramos mejor, lo bien que nos va a los
que nos quejamos como niños mimados de querellas ínfimas, que a nosotros nos
parecen terribles contra nuestro “honor” y nuestra “integridad”. Y veríamos lo
papanatas que somos, por no dar gracias a Dios con mil bocas que tuviéramos,
por disfrutar de una mediana salud, y comer cuándo queremos hacerlo y además
disfrutando de manjares a nuestro gusto. Pensar bien, no seca el cerebro
Rafael Marañón
AMDG
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