Nos quejamos de que nuestros hijos no nos obedecen, y somos nosotros los que
iniciamos esa espiral de discordias y de desobediencia a los preceptos santos y
puros de Dios, y las suaves restricciones del Espíritu. Si nosotros- los padres- no
obedecemos al Padre de las Luces ¿Cómo podemos esperar que en esa situación,
nos obedezcan nuestros hijos? ¿Tan ineptos somos?
En
la Televisión ,
se admira al chico o a la chica que hace lo que le da la gana, pues se supone
que son de casta de ricos y se lo pueden permitir. En general la mayoría de los adolescentes son de
clase llamada baja, y son reluctantes y se niegan a estudiar y aprender. Lo cual necesitan para situarse en la sociedad que ellos mismos contemplan en esos
medios, y que se repite desaforadamente en la calle.
Luego
naturalmente estafados y desalentados se apuntan a la contra globalización, a
las protestas, a cualquier ideología que crean que pueden redimirles, a los
vicios execrables, y finalmente al contrapoder.
Es
una queja continua, por las desigualdades que contemplan. No las atribuyen a su
impericia, laxitud, vicio, o abandono de valores, sino a la “injusticia” de la
sociedad. Y realmente lo es, pero por causa de “otros ingredientes” por ellos
ignorados, despreciados, o alentados desde su inopia y sus fobias.
La
antigua receta paternal es objeto de burla, y considerada como atraso. "El sometimiento a los padres es también tiranía" se dice con entusiasmo. Ha sido
sustituida por unas leyes tan estúpidas, como intencionadamente disolventes
de la sociedad. A esta se le supone unas libertades, que no
existen ni en las listas de los partidos políticos que se infieren que
proclaman la libertad.
Hay
quien dice que esto
es un asco, porque falta la doctrina de Jesús de
Nazaret, y de la Santa Escritura , que ponga
orden en este galimatías. A pesar de su aparente indiferencia e
insensibilidad hacia los valores cristianos, son la causa de tantas y tantas contrariedades, tristezas, y
calamidades como leemos en los periódicos cada día.
Os
obsequio con un pasaje bíblico, que contempla esta situación en los antiguos
tiempos de Israel. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo
hallé. (Ezequiel 22:30) Y
eso es muy triste… Dios no lo halló.
AMDG.
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