Enjugué pesaroso tu lamento
adorable,
Y acerqué mi semblante al
bello sol naciente,
Cuando al fin ilumina lo que
espero impaciente,
Y gozo en tu lucerna de fulgor admirable.
Mi alma iluminada con tu
luz amigable,
Envuelta en paz y gozo, a
la sombra potente
De tu manto real, de armiño
y brillo ardiente.
Y tu lar celestial, morada
deleitable.
En la fe que nos diste, de
fuerte confianza
En el Dios que convive con
esta humanidad,
Y la salva, reaviva, y afirma
en esperanza.
Vivimos y moramos con tu
noble pujanza
Y emprendemos la ruta hacia
la eternidad,
Fiando en tu palabra, que
no sufre mudanza.
Rafael Marañón
AMDG
No hay comentarios:
Publicar un comentario