Estimado
correspondiente: tengo que aclararle que a mí los títulos me dejan sin cuidado,
ya que sé que tras los títulos y dignidades solo hay hombres como usted y como yo. Por
tanto, sus críticas me parecen injustas, y es lo que me mueve a escribirle. Por
supuesto que si usted no quiere recibir mis mensajes puede decirme que deje de enviárselos
y ya no hay más problemas. Se los he estado enviando desde hace varios años,
sin problemas hasta ahora.
En
lo que respecta a los milagros y esas cosas que usted me menciona, no tengo
inconveniente en estar de acuerdo con usted, en que nunca se cura uno al que le
falte un brazo y cosas así. Yo tampoco lo he visto. Pero hay muchas otras cosas
que yo no he visto, y no tienen porque ser falsas. Australia por ejemplo. O como
Herodes, que le pidió a Jesús que le hiciera prodigios, como si fuera un mago
ambulante.
Bueno,
eso es pedir que para que creamos, se hagan los milagros como nosotros queremos,
para dar credibilidad a estos. Si no, no son milagros ¿no? Por supuesto que después
diríamos, algo que nos parece que falla también, etc., etc. Tal vez usted no
crea que Lázaro resucitó. Dejémoslo.
En
cuanto a la Sabana Santa
de Turín, creo que sí, es válida. Estimo
que son demasiadas concordancias de datos, los que confluyen para demostrarlo. Pero
como todo eso puede ser puesto en duda, y hasta algunos en solfa ¿qué le vamos a
hacer? La realidad se impone antes o después.
Le
recomiendo el libro del P. Loring, que me parece muy estudiado y conforme a razón.
Yo lo leí en los años ochenta (creo) y lo presté, con lo cual lo perdí. De paso
le recomiendo que regale libros y no los preste, pues en el segundo caso no se
lo agradecerán (tal vez, ni en el primero). En Internet encontrará usted mucho
material.
En
aquella edición traía muchas fotos y evidencias, que son muy difícilmente
refutables. Lo que cada persona quiera pensar está en ellos mismos, y no en
pruebas objetivas y de peso. Pero ya estas cosas las discierne usted. Parece
que tiene bastantes conocimientos en estas y otras materias.
Insisto
en que creo más en las virtudes evidentes, que en las muchas predicaciones. Yo
escribo como creo que me parece que deben ser las cosas, y dejo en manos de
Dios lo que tengan de éxito o fracaso. Nada de lo que se habla de corazón y
sinceridad sobre los misterios de la religión, puede perjudicarla.
Son
la animosidad, el vicio, los celos, y la molestia que produce cuando predica la
amistad, el amor, la solidaridad, etc. Eso y no otra cosa pueden ir en contra
de lo que es el resumen de una proclamación de lo que el hombre ha de hacer, para que le vaya bien y sea de larga vida
sobre la tierra. (Efesios 6:3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario