Le pedí que viniera y acudió acogedor
Yo era esclavo del vicio y él es Rey de los Cielos,
Y su gran majestad no rehusó sus consuelos
Y acudió diligente en auxilio de amor.
Cuando yo me angustiaba, me insistía con ardor
¡Ven a mí, desdichado! ¡Por qué siguen tus duelos?
El mundo te esclaviza, no llena tus anhelos
Solo aleve te engaña, solo ofrece dolor.
¡Ay Jesús! que terrible es estar alejado
De tu amparo benigno, de tu amable favor,
Para seguir la senda del diablo enojado.
¡Y me cuesta creerlo! y me encuentro apenado
Por no haber acudido a gozar del honor
De ofrecer lozanía, contigo embelesado.
Rafael Marañón
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