Querido Ricardo: en cierto modo y como hablas, tú eres un tonto,
y todos somos tontos empezando por mí. Estoy convencido de mis orientaciones vitales, y trato con mis
escritos de que la gente vea que mi dirección en la vida es la buena, porque al menos a mí me ha dado un buen resultado.
Además como creo al que dijo que proclamáramos el Evangelio
a toda criatura y en todo lugar, lo hago en el convencimiento de que
obedezco a una voz que es la verdad, y que no estoy engañado al hacer
y obedecer las palabras de Jesús, referidas por sus discípulos.
Espronceda en su obra “El diablo mundo” decía ¿Qué es la vida? Un
misterio ¿Que es la muerte? Un misterio también. Y si la muerte es el fin de toda obra que hacen los hombres
debajo del sol, la verdad es que es de lo más trabajoso y lo más amargo en
ocasiones, hasta que no se hiciera realidad la tierra
de Jauja, cosa que no creo que suceda.
Prefiero pensar que hay una inteligencia superior que rige el destino de todo, y el de los hombres incluidos, y a
eso me allano y obedezco. (1 Samuel 15:22). A
veces meto la pata con mi mal genio o con alguna otra cosa, y es para eso para
lo que necesito la misericordia de Dios y los
preceptos de Jesucristo.
Se trata pues de elegir entre la nada y la vanidad o de hacer una labor para la cual todos estamos cualificados. El que sabe hablar o
escribir, haciéndolo. El que no sabe otra cosa y hay muchas que hacer, portándose como un verdadero cristiano y no dando escándalo con
enemistades y aborrecimientos.
Me dices también que ¿Qué es la fe? Bueno lo dice claramente el apóstol
cuando dice: Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1), y añade
un repertorio de los que la tuvieron y dieron mucho fruto, aunque ellos padecieran por el nombre de Jesús.
Y termino diciendo querido amigo que si lo que creo es verdad y no tiene porqué no serlo yo vivo en la garantía de que tengo un lugar con el Creador
y que la muerte ya me da igual porque sé a donde voy, y con Quién.
Y si no es así (que lo es) mira lo que produce esta fe que,
salvo los casos de personas que han caído en la abyección momentánea o
permanente, el resto funda misiones y se presta como
nadie a ayudar a los pobres, cosa que San Pablo cumplió cuando le
fue pedido por Pedro, Santiago, y Juan, encarecidamente: Solamente nos pidieron que
nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer. (Gálatas
2:10)
Yo ya elegí, y fui elegido. Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento
de Dios. (Romanos 11:29) Aunque os extrañe a los que conocéis
mi trayectoria, mi carácter, o mi, temperamento, por ahí he de seguir. Con Él
me salvo o con Él voy a donde Él vaya… Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros;
porque muchos son llamados, mas
pocos escogidos. (Mateo 20:16).
AMDG
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