Verás querido Julio; es que como no cobro por escribir porque
nadie quiere pagarme, (todo hay que decirlo) me encuentro en un terreno de
libertad estupendo, y mientras no vulnere ninguna de las leyes vigentes sobre
la materia de que me hablas, no hay necesidad de que nadie me diga o imponga lo que tengo que escribir. Mi verbo no es gran cosa, y lo que digo viene abundantemente reseñado
en los periódicos, revistas, videos y toda clase de medios de comunicación.
Nada nuevo, me dices.
Mi negocio no es cobrar dinero y honores (que
por otra parte no merezco), sino exponer en un medio como es Internet, mi
sensibilidad y sobre todo mi fe cristiana. Ese es mi mejor negocio que me proporciona un dormir tranquilo, y una paz familiar y entre mis
amigos, que es un gran placer.
Dicho esto, (como decía D. Manuel Fraga) creo que hablar de las
cosas con independencia y en relación con mi sensibilidad cristiana, puede resultar provechoso para alguien, porque si no, más me valía irme a los videos de trompazos y
otros temas porque resulten divertidos.
En lugar de ello, me pongo al teclado a explicar que a mí me
resulta gratificante en sumo grado, la exposición de mis motivos para que todo
el que lea mis escritos, (modestos pero verídicos), saque provecho espiritual de ellos.
Ya sé que hay mucha gente escribiendo, sobre estos temas
espirituales, y algunos con gran pericia en todos los detalles. Yo soy más
torpe, y me limito a decir lo que todo cristiano puede oír y
leer, ya que en lo que explico todos estamos más o menos de
acuerdo. Además, acepto que se me refute con argumentos.
Esto me permite ir a las más variadas sensibilidades religiosas, ya que meter doctrina con baqueta o bautizar con manguera no es
lo mío. El cristiano vive entre las angustias propias de una sociedad de pecadores
perdidos, y rescatados a la vida por la sangre de
Jesucristo. Ese es el precio de la libertad que pagó
la sangre de Cristo. Y esa libertad, errada o no, la quiero respetar y comprender.
Solo conociendo la historia, puede uno comprender las tonterías
(por no llamarlas burradas) que se han cometido a lo largo de los siglos por unos
misterios que tienen su origen en un humilde carpintero, que era y es el verbo
de Dios, y que hecho hombre nos dio aparte de otras muchas maravillas aun más
provechosas, la libertad de elegir y de dejarse ser
elegidos.
En materias polémicas, aunque tengo mis propias convicciones, no deseo meterme. Eso queda para
los polemistas indoctos, que creen tener la piedra
filosofal para todo. Yo modestamente me limito a reflejar “para todos” los que siento y lo que veo. Si
yerro en algo no es caso extremo, y por ello me siento cómodo con lo que
escribo, que no es por mi parte dogma de fe.
Bien sé, que como dijo Santo Tomás de Aquino: “todo lo que he escrito es paja”, ya que a montones nos
llegan datos, noticias, aspectos desconocidos de la vida, etc., y es por esto que
lo que hacemos no tiene más importancia que la que Dios le dé, y eso es para mí
lo importante, principal, y básico. Lo demás es “vanidad y apacentarse de
viento” como muy bien dice la Escritura Santa.
(Eclesiastés 2)
AMDG
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