lunes, 10 de diciembre de 2012

EL “ROBAGALLINAS”




Me lo contaba mi hermano mayor cuando fue alcalde de mi pueblo. Era notable la indiferencia con que me lo contaba, pues se había convertido en un estoico mezclado con cínico (en el buen sentido) que estuvo, creo que dos años, sin cobrar su sueldo de alcalde con la única oposición de su esposa (no me digan ustedes que sin razón).

Era el caso de un gitanillo de buena ley que al serle comunicada la percepción de una pequeña pensión emitió un solo comentario: con estos dineros y lo que yo pueda ir robando, vivo mejor que faraón.

Y es que las costumbres y las ideologías cambian significativamente la personalidad de la gente cuando cambian sus circunstancias. Este individuo ya estaba formando parte de la autoridad. Solo robaría cosas que la gente abandonaba prácticamente. Aun no he visto a nadie, cristiano o comunista, que cuando recibe premio de lotería lo dé para los necesitados. Y una golondrina no hace verano.

Este hermano alcalde, (mi Pepe) en su afán visceral de justicia, quería que la gente más pobre del pueblo tuviera algo que llevarse a la boca, y también algo que alimentase su propia importancia. A un  joven, pinturero y anárquico, le nombró guardia del parque del pueblo. Todos creían que se equivocaba ¿Cómo iba a adiestrarse alguien con costumbres tan arraigadas de independencia y libertad?

Pues lo cambió como se vuelve un calcetín. El hombre se apañó una vara majestuosa, y en el parque no piaba nadie, ni chico ni grande. Su autoridad, de la que usaba con  perfección, nunca fue puesta en solfa. De anarquista y costumbres deletéreas, pasó a ser el mejor guardián, con un celo que imponía respeto a los que usábamos de aquel paseo para estirar las piernas y contemplar los abundantes árboles que le adornaban.

Traigo esto a colación, porque con los ateos ocurre algo parecido. Tan pronto como estudian seriamente (algunos no es por afición a discutir) las cuestiones fundamentales de la vida, comprenden que el tinglado del Universo no es cuestión que obviar, como si se diera por sentado que aquello estaba allí “porque sí”. Como decía el gitano mencionado en primer lugar: “había allí una gallina “, como si la gallina se hubiera  hecho presente, sin dueño ni huevo del que nacer. Simplemente estaba allí.

Eso es válido para un “robagallinas”, pero no para una persona que se enorgullece de pensar, y de refutar toda la creación, dando por sentado que estaba allí, cosa que ni experimental, ni filosófica, ni intelectualmente, es correcta. Tienen que dar muchas cosas por sentado. Sobre ese sofisma construyen algo que, por la premisa imaginaria ha de resultar falso, aunque en sus observaciones ganen mucho para la ciencia. Continuará otro día.

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