Obras de misericordia.- Enseñar
al que no sabe.
Y con mucho amor del
bueno.
Mi
muy querido amigo: ante todo conoces que mis asuntos son transparentes, como
siempre lo han sido. Nada tengo que no se pueda saber por todos. Cuando he
hecho alguna cosa no debida no lo he ocultado. Soy así ¡y ahora no voy a
cambiar! Tengo que responder a algunos mensajes que me dicen de todo. Desde hipócrita
hasta apóstata, según les venga bien.
Yo
sigo claramente diciendo lo que creo y siento, y si mi fe no es lo robusta que
quisiera por causa de mis elucubraciones interiores, para mí lo que vale es la
voluntad. Es por ello que me congratulo en hacer lo que creo que debo; de mis
fallos se encarga Dios que es más poderoso y clemente.
No
creo en sentimentalismos al uso, aunque me goce en ellos cuando son de buena
ley. Sé claramente que soy yo el que, atendiendo a la llamada de Dios, pongo
toda mi voluntad en hacer y decir lo que me parece que es parte de su voluntad.
Me
siento como un hombre que en el ocaso de mi vida quiere dejar sus cuentas bien
ajustadas con sus prójimos, porque en el caso de mi relación con Dios, el
Creador, no tengo problema porque he obligado a mi voluntad a someterme a Él, y
me va muy bien. Si esto me favorece por estar en Él es cosa suya, porque yo no
tengo palabras para agradecer la felicidad con la que he hecho el camino de mi
vida.
Hay
veces en que mi fe, asediada constantemente por los acosos de mi entorno, flaquea o pasa por lo que algunos
hombres y mujeres de Dios decían que era el camino de la “noche oscura”, y lo
que otros llaman la “travesía del desierto”. Seguir adelante, a pesar de esas
llamadas a la transgresión y al desaliento.
No
descarto, y me parece bien, tu reflexión de que los malos ejemplos son los que
causan tanta devastación en los corazones de los que sin fe buscan la verdad, o
los que poseyéndola la pueden perder por esa causa. Lo que ocurre, es que
procuro hacer mis cosas adecuadamente buscando la perfección. Mi perfección es
Cristo, y la perfección de Cristo es mi perfección.
La
vida cristiana se basa en la voluntad, y no solo en los sentimientos de cada
cual. Nada es mejor que seguir la senda de Jesucristo, porque basta con ver un
telediario para conocer las perversidades más viles que se miran por casi
todos con indiferencia y hasta con delectación.
No
creo decir nada nuevo, si afirmo que si no hay fumadores, ni consumidores de
droga, alcohol y codiciosos, la existencia sería mucho más tranquila y triunfadora
que lo es ahora. Por eso, te recomiendo que aprendas más sobre Jesús. Ilústrate leyendo la Biblia ,
y siguiendo las sabias normas que el Espíritu Santo de Dios ha dejado a su
Iglesia. Por lo demás vive en paz, y pásalo bien. Yo así lo hago.
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