Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías,y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto,
como ya os lo he dicho
antes,
que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas
5:18 al 23).
Note que contra los frutos
espirituales no hay ley. Como sobre el
ciudadano que marcha por la calle correctamente nadie le detendrá, pero la
autoridad si le apresará si comete cualquier desacato
contra una ley que el ciudadano normal no necesita.
Solo con que usted mismo lea los dos
aspectos de la cuestión, notará enseguida la
terrible diferencia entre una vida verdaderamente cristiana, y otra clase de
vida dejada al placer de los sentidos y deseos
engañosos (carne, (sarx) le
dice San Pablo a la vida ajena a Dios, en contraposición con la vida Espíritual).
Los cristianos podemos
elegir nuestro camino que es el espiritual.
Los que no atienden los mandamientos que les guíen, tienen que seguir a donde
ni ellos mismos quieren. El Evangelio llama a todos pero solo
algunos son señalados para salvación. Como está
escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. (Romanos 9:13)
No cometamos la
equivocación de decir que si ya está decidido no vale la pena hacer el bien, ya
que da igual, pero no sabemos como dice la Biblia si somos o no amados o
aborrecidos. El hacer el bien y contar
con Cristo garantiza que todo nos irá mejor que bien.
Al fin y al cabo todos tenemos que morir y después… ¿qué hay después?
El ejemplo del fumador
anteriormente mencionado ilustra muy bien la esclavitud de la carne. Y
naturalmente para mitigar su estupidez según el fumador
de marras se ponen a criticar a los que llamándose
cristianos caen en los mismos vicios (pecados) que los descreídos. Y es que no hay hombre
que no peque. (1 Reyes 8:46) Por causa de ello necesitamos tanto al Gran Redentor, Jesucristo.
Por eso somos conscientes los
cristianos que necesitamos de la redención que es en Cristo nuestro Señor. El
que desprecia la salvación ha elegido su propio
camino. (Isaías 53:6) No puede quejarse.
AMDG
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