sábado, 4 de diciembre de 2010

CARTA RESPUESTA A UN BUEN SOCIALISTA

CARTA RESPUESTA A UN BUEN SOCIALISTA

Verás amigo Antonio: de la misma manera que tú eres socialista entregado a tu causa, yo soy cristiano entregado a la mía. Somos, pues, cobeligerantes en lo que respecta al deseo de que se establezca la justicia, la igualdad de derechos, y a la justicia social y la ayuda a los más impedidos. Pero esto amigo mío son cosas de afuera. El verdadero celo por la libertad de todos tiene que ser sobre la base de una justicia de verdad, y no los sucedáneos que surgen por todos los lugares y que han demostrado su fracaso y su crueldad. El cristiano, solo hace el bien en cualquier lugar.

Solo que hay una diferencia, que es más bien un abismo entre nosotros. Todavía no hemos llegado a lo que dice Jesús de los réprobos y los salvos: Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. (Lucas 16:26).

Claro está, que a ti te trae sin cuidado Dios, porque lo desprecias profundamente. Sencillamente yo proclamo el evangelio de Jesucristo de amor, de paz, de mansedumbre y de verdad; por eso mismo, también estoy proclamando que los que se sirven de alguna clase de violencia para sus fines, no están en armonía con la naturaleza y, desde luego, no con Dios, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1Timoteo 2:4). Y así con Dios, estar también en armonía con los hombres, a los que habitualmente no dais mucho valor, porque si hace falta se sirve, según vuestra ideología, de la mentira, de la violencia, de la ambición, etc. Marx, Lenin, Pol pot, Stalin, Mao… dixit.

Pero tú eres puro, y no quieres sino que la igualdad se produzca, sin tener en cuenta de que los humanos estamos estigmatizados por una herencia que actúa en nosotros, y nos lleva a los más penosos episodios de la maldad. Así, todos los experimentos sociales se estrellan contra la realidad de una naturaleza humana que “tira al monte”, y de ello somos todos testigos y la historia lo cuenta.

Por lo tanto, criticar a los cristianos es más o menos justo, puesto que somos como todos de carne y hueso. Jesús dijo: Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. (Mateo 9:13). Así que los que creen que Jesús vino a condenar está equivocado. Jesús, el Cristo, vino a llamar a todos al arrepentimiento de sus fechorías, y a perdonar a los infractores para que encuentren paz y ayuda del Espíritu, y emprender una vida nueva y feliz. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. (Salmo 103:14)

Nuestras ideologías son pues totalmente incompatibles, aunque como dices solo buscáis la igualdad y la justicia. Puede que sí, pero la experiencia no lo avala. Al cristianismo se le puede criticar en sus actos más o menos brillantes o torpes (que los hay de las dos clases), pero no al Evangelio de a Gracia de Dios que es lo únicamente puro que hay en la humanidad. Solo la paz y la santidad, garantizan que veremos al Señor y Creador del Universo. (Hebreos 12:14) Si fallamos los que llevamos este tesoro de revelación en “vasos de barro”, la doctrina permanece perfecta: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, (2 Corintios 4:7)

Rafael Marañón 2 de diciembre de 2010

AMDG

Un toquecillo Bíblico

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;

Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. (Efesios 4: 17 al 25)