lunes, 7 de mayo de 2012

SOBRE DIVERGENCIAS DOCTRINALES


A causa de los mensajes que recibo sobre unos asuntos polémicos, voy a escribir sobre el alboroto de las distintas iglesias o denominaciones cristianas. No soy teólogo, por lo que me guardaré muy mucho de meterme a decir lo que hay que creer y hacer.

Aclaro (o lo pretendo), que ni soy calvinista extremo, ni pelagiano. Hay en el ámbito religioso muchas tendencias, en las que ni el mismo Jesús sale bien parado. Los monofisitas dicen una cosa muy etérea y no precisamente correcta, los calvinistas que la salvación está ya establecida, y el pelagianismo que la salvación depende del esfuerzo humano. Explicado así, a vuela pluma.

El hecho de que se hayan rechazado y condenado por la Iglesia Católica, no es determinante en lo que quiero decir. Hablo con mucha gente, y cada uno me dice una cosa distinta conforme a su “sensibilidad”. Yo respeto, pero en muchas doctrinas no estoy conforme.

Y es triste, cuando pretendemos aclarar algo sobre esto, que invariablemente se crea uno multitud de malentendidos, contradictores y hasta enemigos. Para muchos, solo hay lo que dice su grupo y los demás están condenados. Y cuanta más ignorancia, más saña y desprecio.

Sé que “arrejuntar” a personas con tan distinta forma de pensar, como somos todos, es muy difícil; aunque en materia teológica los creyentes en Cristo, solo tienen que seguir los consejos evangélicos. Si escribo esto, es por los muchos opositores de distintas tendencias.

Los reformados creen que la soberanía de Dios (reconocida por todos), se ejerce arbitrariamente, y por tanto tienen su propio evangelio.  Arrepentimiento y Fe en Cristo, y una vida de evidencias son su caballo de batalla. En cierto modo todos participamos en estas creencias.

En esa convicción hacen muy buenas obras y son benéficos, aunque  la evangelización es algo desdeñada, en la creencia de que si Dios no toca a la persona, nada hay que hacer si Dios no lo tiene predestinado para salvación. Y en parte, se puede considerar esta posibilidad, matizándola en bastantes cosas.

Los pelagianos, que existen en todas las iglesias llamadas cristianas, piensan que los esfuerzos del hombre, y basándose en un versículo, creen que se puede borrar a las personas del Libro de la Vida si no hacen las obras prescritas. También estos tienen puntos con los que estar de acuerdo, pero hacen pivotar la salvación en las fuerzas del hombre.  

Casi ninguna denominación quiere saber otras perspectivas, por lo que la ignorancia deja a las gentes sencillas y descuidadas en la profundización de la Escritura, presas de la denominación en la que se han afiliado. Cuando militan en alguna denominación cristiana real, es menos problema.

Basta mirar algo en la red Internet, para constatar la avalancha de tendencias de lo más variado y hasta estrambótico. Algunos casos son de muy difícil comprensión, para cualquier persona con un mínimo de instrucción y cabeza.

No hay que ser un lince, para darse cuenta de las miríadas de gentes que acuden a reuniones y predicación de la Palabra, para darse cuenta de cuanta mixtificación existe en estos conventículos a veces muy numerosos.

Arminianos y Reformados son hombres pecadores… como todos. Ninguno es mejor que otro, aunque muchas veces los reformados se crean que son la única formación que está en la verdad. Son demasiado suficientes para hacer lo que los arminianos hacen, entregando dinero, y moviéndose en la evangelización con un entusiasmo envidiable.

La impericia general (con sus muy buenas excepciones), hace que la correcta doctrina sea tenida en congelación también en el catolicismo por las muchas tendencias y los muchos apóstoles, que más que católicos parecen laicistas. En fin, esa es mi impresión. Hay para varios libros. Sin embargo la fe genuina, está libre de las desviaciones someramente expuestas.