domingo, 7 de julio de 2013

HONOR DE SOLDADO


HONOR DE SOLDADO

El honor de un soldado de cualquier rango es estar dispuesto a morir por defender aquello para lo que ha sido llamado, entregándose a este empeño sin rodeos y, en caso fatal, dando gustoso su vida para que viva la Patria. Es algo serio y definitivo. No caben dudas ni fluctuaciones. Estar dispuesto a darlo todo estoicamente por la libertad y la vida de los compatriotas, y alcanzar el premio que supone la victoria sobre el mal.


Pero las armas son distintas. Las armas de la milicia cristiana las define el apóstol de forma categórica: Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.


Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (Efesios 6) Estas son nuestras armas y deben ser esgrimidas con total entrega, tal como hacen los militares ante el combate que les puede costar vida y fatigas.


Arengaba Erlach a los Berneses ante las numerosas tropas imperiales enemigas: solo se trata de repartir muchos golpes, y no temerlos. Y de ser más honrados que todo ese nublado de buitres, que solo se han juntado aquí para proporcionarnos más despojos y más gloria. Esa es la actitud cristiana. Golpes de la palabra y golpes del ejemplo, que en todas partes es la mejor forma de autoridad.


Y tomar ejemplo de tantos como se dan diariamente, en lugares donde ser cristiano es casi una condena al ostracismo o a la opresión, mientras nosotros somos unos "empedernidos quejicas" por cualquier inconveniente, mientras conservamos nuestras casas nuestra tranquilidad para ser o no ser cristianos, sin acabar de serlo definitivamente. Y esto, sin estar dispuestos a sufrir agresiones de palabra o de opiniones sobre nosotros, que parece que nos importan más que la opinión que Dios tiene sobre nosotros.


AMDG.  

MILICIA DEL CRISTIANO


Pues en estas cosas resulta que te doy la razón, Bernardo. Es natural que cuando se tiene una vocación se sumerja uno en ella completamente. La vida es milicia que se dice en el libro de Job. Hay muy distintas milicias, y en eso ya empezamos a discrepar. Me explico, aun en mi rudo lenguaje. La milicia comienza cuando el bebé tiene hambre y llora por alimentos.


En el momento de nacer y en el contraste entre el vientre de su madre cómodo y templado, y las cachetadas que le da el médico cuando nace para que reaccione en el nuevo medio en donde ha de pasa bastantes años, ya comienza la milicia. Pero ya te digo que hay muchas clases de milicias. La cristiana, es una milicia de las más difíciles y la más comprometida.


El soldado sabe cuando entra en combate que puede morir, y así emprende la acción contra el enemigo que trata de imponer sus condiciones. Simplemente está dispuesto a vencer y también a morir. Tal es la posición cristiana. Estar dispuesto a morir al mundo, reino de Satanás, nido de pecado, reino de dispersión, y de muerte vil para obtener la mejor tajada de este "Cosmos satánico" (κοσμον)


Cuando nacemos al Cristo de Dios es porque hemos muerto al mundo, y así dice San Pablo: Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. (2Tim. 2:4) En los cuarteles del ejercito español, hay una divisa que dice así: Todo por la patria. Y ellos están dispuestos a todo para hacerla efectiva, porque esta es su vocación y para ello los tiene la Patria. En otros cuarteles, también se dice: El honor es la principal divisa. Y así se cumple con disciplina y sacrificio. Es decir, con subordinación y orden. Nada de bromas. Las bromitas finas, para otros temas o materias.

AMDG