domingo, 3 de junio de 2012

MÁS PARA LUÍS



Vivo feliz y contento, y no ceso de dar gracias por las muchas alegrías que Dios me ha proporcionado, y de las cuales me abastece de manera abundante. Mis contrariedades las asumo lo mismo que mis alifafes o satisfacciones.

Y por no ofenderle no compro siquiera lotería ni otras,  porque considero que es una ofensa a Dios, por considerar que no me guarda y abastece de toda clase de situaciones y sensaciones con su protección paternal. Hago lo que puedo con mi magra pensión, y estoy para todos como siempre lo he estado. No deseo ni busco el “estiércol del diablo”.

Como todo el mundo, me equivoco y tengo tras de mí episodios de mi vida de los cuales no me enorgullezco; debilidades, despistes, y toda clase de tonterías que se cometen en la edad más juvenil, y que ahora me parecen casi de risa o de melancólica referencia para mi vida actual. Eso me permite comprender (no justificar) la conducta de los demás.

De todo esto he aprendido; cuando llegue la hora de partir hacia la Vida Eterna estoy en paz con todos y con el mejor ánimo para con todos; a todos quiero y deseo que les vaya bien, quizás por que ese es mi temperamento. Yo con acatar y amar la voluntad de Dios, tengo más que suficiente. Y no me va mal.

Por lo demás cometo errores y estupideces, que procuro presentar ante el Trono de Dios con la mayor humildad; tengo presente a Dios en cualquier cosa que digo o hago. Algunas veces acierto, y otras me equivoco. Lo reconozco, lo pongo en las manos de Dios y las dejo llevar por el viento, por que en sus manos todo se convierte en enseñanza y amor. No es cosa de hacerse el “harakiri mental”

Deseo haberte aclarado algo (no sé si enredado más), pero ten presente el amor que os tengo a toda la familia. Te pido una oración por mi alma y la de Isabel, para que Jesús, al que amamos los dos, nos bendiga con su amor y su abundancia de Espíritu. Un abrazo pleno de afecto fraternal y de disponibilidad. A todos soy deudor. (Romanos 1:14)

CARTA A LUÍS


 
Cuadro de Renoir

Querido Luís: ya hace tiempo que no nos vemos, y me dices que te he abandonado. Y lo dices en serio. Siento que pienses así, porque yo soy el mismo y no he cambiado, sino en la práctica, por causa de la edad y las consecuencias de esta. Siempre he estado a disposición de todos, y me he dolido y alegrado de las vicisitudes y triunfos de todos vosotros.

Dices que no he ido a verte y que me he desentendido de ti o en un momento de dolor me desentendí. Sería porque no sabía lo que te pasaba y tú no me lo comunicaste. Soy más palurdo de lo que se suele opinar de mí, y siempre procuro andar en inocencia de corazón.

Ya no puedo acudir como antes a los lugares nuestros y a las casas, porque ya no soy capaz de ir ni al último rincón que me quedaba (una oración vespertina con los hermanos), por causa de mis achaques y los de mi esposa Isabel, que no puedo exponer, por desear que se me crea antes de presentar evidencias que no deben ser necesarias entre nosotros.

No trato de justificarme, porque quien me justifica es Dios, según dice el apóstol Pablo: Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. (1ª Corintios 4:4)Y puedo decir que por mi parte no conozco a nadie enemigo, sino todos son amigos y a nadie tengo que volverle la cara. Si alguien guarda enemistad conmigo, es su sentimiento y no el mío. Amo a todos, y a todos considero.

Siempre procuro pensar que cuando alguien hace algo (bueno o malo) tiene sus motivos y e la juventud todos tenemos deslices que son propios de la edad, del subyacente idealismo y de la vitalidad consecuente. No juzgo a nadie, porque ni a mí mismo me juzgo, porque eso no es oficio mío sino de Dios.

Por eso no tengas la menor duda de que te apoyo y estoy satisfecho por tenerte como amigo y hermano. Huye de la melancolía y la depresión porque esto no es voluntad de Dios sino que confíes en su perdón y vivas una vida plena pues Dios te da con qué. Sé feliz.