jueves, 29 de septiembre de 2011

COSAS DE D. JOSÉ ANTONIO PAGOLA (TEÓLOGO)

Dice textualmente D. José Antonio: La religión no siempre conduce a hacer la voluntad del Padre. Nos podemos sentir seguros en el cumplimiento de nuestros deberes religiosos y acostumbrarnos a pensar que nosotros no necesitamos convertirnos ni cambiar.

               Son los alejados de la religión los que han de hacerlo. Por eso es tan peligroso sustituir la escucha del Evangelio por la piedad religiosa. Lo dijo Jesús: "No todo el que me diga "Señor", "Señor" entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo"

Estas palabras de Pagola, supuesto católico, me hacen pensar en los miles o millones que se creen superiores a los demás, porque permanecen dentro de una iglesia y a la vez la socavan desde dentro. Y díganme ¿Quién es el que hace completamente su voluntad? Me recuerda un librito antiguo titulado "COMO SER CRISTIANO SIN SER RELIGIOSO".

Y mientras los que tienen cargo de pastores, partiéndose el alma tratando de hacerlo lo mejor que saben. Y si tienen faltas, ya tienen un Señor que es abogado de ellos ante el Padre, como lo es de nosotros mismos, del mismo material que ellos.

Pienso que Jesús, a pesar de los muchos reparos que tenía contra los detentadores del judaísmo religioso, no tenía inconveniente en acudir al templo a orar y enseñar. Con las personas de la clase sacerdotal, doctores, etc. que mostraban buena fe, no dudaba en juntarse y enseñar o discutir, oyéndolos, desde que tenía unos doce años. (Lucas 2:46)

Que era contrario a los abusos, era obvio en persona de su linaje divino. De ese mismo linaje somos nosotros los que le amamos: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (1ª Pedro 2:9). Por eso también abominamos de lo malo, dentro o fuera de la Iglesia, y no solo me refiero a la I. Católica. Y si además, nos miramos a nosotros mismos, mucho mejor.

Todas las confesiones están regidas por hombres, con las mismas lacras y naturaleza que todos nosotros. Los casos de apego al cargo por parte de los jerarcas de cualquier Iglesia, así como las desviaciones de los judíos, tanto sacerdotes como comerciantes del templo de Jerusalén, provienen de una deformada manera de concebir el oficio tan principal que se les puso o  ha puesto en las manos.

Si lo cumplen o no, es cosa de la que ellos han de responder. Jesús mismo dijo de los responsables del templo: Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. (Mateo 23:3). Y aquellos administradores no atendían a razones. La Ley era la Ley, y nada había que hablar de ese asunto.

Se me puede argumentar que Jesús los trató muchas veces de “hijos del infierno” y otros epítetos semejantes, lo que no hacía mucho favor a los que iban en su busca, con intención de atosigarlo y aplastarle. Por eso mismo les calificó con dicterios tan certeros, merecidos, y duros. Pero no por ser doctores, sino por su mala intención.

Esta oposición nos fastidia a todos los que, desde nuestra modesta formación, pretendemos dar a conocer el simple Evangelio de la Gracia de Dios. En el miramiento, análisis, y separación de lo que encontremos de malo en estas personas doctrinalmente, está nuestra misión.

Y también con respeto, y comprensión, a los que por causa de su cargo o la dignidad de tal cargo, creen que son superiores, cuando los más eminentes y famosos, deben de ser como niños en el Reino de Dios y su Cristo.

El Sr. Pagola, debe creer que todo el que se dedica a la función pastoral es una persona plena de taras espirituales y debe ser intachable, si no lo es, y que él si lo es. La aspiración es la perfección, pero… Él no tiene en cuenta las repercusiones que pueden tener sus tesis en el conjunto de la cristiandad.

Las decisiones que se tomen por causa de doctrina, conducta, presunción, etc. de los responsables en la Iglesia de Dios, tienen repercusiones enormes como ya nos ha demostrado la historia. Y así dice Pablo apóstol: Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. (Filipenses 3:15)

Él defiende un cabo de libertad, para hacer cosas dentro de la Iglesia católica, pero a la vez hace gala de un puritanismo no exigible a seres humanos, con su carga de depravación de la que participamos todos. Y si no hubiera depravación ¿para qué, la Gracia.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

BLA, BLA, BLA… DE ESO ESTAMOS CANSADOS.



Intentaré explicarme: lo que hago es por que quiero. No puedo culpar a otros aunque me entran ganas muy fuertes de hacerlo. Todos lo hacen… en general. Hay sus excepciones, que yo desde luego en mi ya larga vida no he visto. Todas las tentaciones que nos vienen a la imaginación son rechazables por nosotros. Los jóvenes, por su acumulación de hormonas y su arrogante ignorancia.

Y ¿Dónde dejamos a los viejos con nuestro orgullo, resentimientos y amargura, por el abandono seguro que nos viene de los jóvenes, empeñados estos en sus asuntos y sus aspiraciones. Lo cual es lógico, y más cuando no hay reparo espiritual.

Cuando hago algo que sé que no es del agrado del Señor, sé lo que estoy haciendo; es pecado; y estoy pecando a sabiendas y lo hago delante de Él pasando por encima de su presencia. (Salmo 51) Sé que me perjudica no solo en el terreno espiritual, pero lo hago igualmente.

A veces hasta busco discutir con el Señor si lo que manda es bueno o malo. Es decir, que discuto y lo hago. Otras veces me trato d convencer de que esas cosas son cosas de hombres, etc.

Si lo que hago es inconscientemente, la calificación es otra, aunque por lo general estas caídas vienen porque no damos la necesaria atención al “negocio del siglo”, que es la salvación eterna…o la perdición, que ya no es tanto negocio.

No escribo por escribir. Me gustan aun muchas cosas (sobre todo leer) y otras muy divertidas. Hay muchos temas que abordar. Este de la espiritualidad, aunque sea rústica como la mía, no es plato de gusto de los incrédulos… ni de los cristianos por lo que puedo experimentar.

Para escribir y vender un libro, o por lo menos que no te cueste un dinero (que no tienes), has de decir lo que te digan otros, o lo que les guste a otros. Si anhelas ser famoso, pues ni te digo. Los cristianos leen muy poco.

No me imagino un éxito editorial de Jeremías o de Joel… etc. Lo que decían no gustaba al “respetable”, y pocos libros le iban a comprar. Los pocos que en su tiempo los leyeron, ya fueron a “darle caña” con todas sus artillerías, para demostrarle que “este asunto de Dios” es un  fastidio, o un interés personal del que escribe. Y ¿Quién eres tú para hablarnos así a los “inteligentes”?

Como es natural (así creo) me gustan los automóviles, las motos, los deportes; bueno, todo lo que le gusta a todos.

Pero como dice Machado
“Mas recibí las flechas que me asignó Cupido,
Y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario”

Es decir muy normalito.

 Así que soy una persona de lo más corrientita y,  por lo que sea, pobre. Eso no me hace desgraciado, y cuando lo pienso, veo que lo mejor es dejar que Dios haga su voluntad con cada uno de nosotros, y lo que haga me parecerá bien. Él “se las sabe todas”.

Creo, y lo digo frecuentemente, que “haga lo que haga Él, siempre le daré la razón”… porque estoy convencido de que la tiene. Nosotros tenemos nuestras razones, pero cuando vamos madurando y se aflojan las tensiones pasionales, podemos ver lo bueno que Dios es, y lo borricos que somos nosotros todos. ¡Sí borricos! Hasta los obispos. También nacieron de madre, no de alienígenas.

Pero si cuando escribimos, pensamos en que somos estupendos y bla bla, que nos vamos a distinguir por nuestros escritos, es cuando NO estamos obrando en consonancia con la voluntad de Dios, sino por ambiguos propósitos y vanidad estúpida.

Eso no es servir a Dios. Eso es buscar como todos hacen, (siempre hay excepciones) honores, y granjearse la fama, sirviendo a sus egoísmos y fantasías y, por lo tanto, haciendo la voluntad de nuestro enemigo y de Dios como Padre.

Lo correcto es lo que dice San Pablo: el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. 
Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,  pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios. (Romanos 2:6 al 11)

sábado, 24 de septiembre de 2011

LA CERN PONE EN EVIDENCIA LA TEORÍA DE EINSTEIN


Me escribe un amigo, que es un fanático de la ciencia, diciéndome que la ciencia ha enterrado a la religión, y yo no lo pongo en duda. Lo que ocurre, es que la palabra religión se ha desvirtuado tanto, que es solo un concepto que define una creencia cualquiera. Es comprensible ante esta “fogarada” de descreimiento e ignorancia.

La Fe en Jesucristo por el contrario, es algo especial como el amor no es lo que hoy se llama amor, sino que es otra cosa muy, muy distinta. Se ha dicho sobre todo en el Romanticismo que el amor humano es inmortal, y yo pienso que nada es inmortal, sino el Vigor de Cristo que nos ha sido dado por mediación del Espíritu Santo.

Pero volviendo a la ciencia, hemos de aceptar que la ciencia rige en lo físico, desde que el primer hombre, o como otros dicen “primate”, descubrió el fuego o se hizo de una tranca para aporrear a sus enemigos. Ya era ciencia hacer fuego, y descubrir como se hacían los vasos de uso de los hombres primitivos flechas etc.

Todo avance en el devenir del hombre es ciencia, y esta avanza y avanza, dejando los primeros balbuceos materiales, para que pueda progresar, o a veces para derivarla por caminos que no son siempre los más adecuados.

Ahora, La CERN, ha dejado en suspensión la teoría de Einstein. Pasará tiempo para que lo que es solo una teoría pase a certeza, y certezas hay muy pocas. Nuestra limitación pequeñez y flaqueza, nos impiden abarcar el casi infinito misterio del Universo. De cualquier modo un avance más de la ciencia.

Los humanos hemos llegado a La Luna (muchos dicen que no), y La Luna es solamente un pequeño satélite de nuestro planeta. La medicina balbucea, a pesar de que los avances en esta materia son enormes. Aún queda mucho más. Y esto en todas las ramas de la ciencia.

La CERN ¿dice algo que le quite su grandeza a Einstein? ¿Acaso Copérnico, Galileo, etc. son menos, porque se hayan descubierto gracias a la técnica otros planetas, y la evolución del pensamiento y los conocimientos haya avanzado? ¿Cuánto nos queda? ¿Acaso sabemos lo será del mundo en evos sucesivos? Cada hallazgo abre nuevos horizontes, que son más grandes e inalcanzables a medida que estas invenciones crecen.

Nosotros tenemos La Revelación de Dios, que no choca ni mucho menos con los descubrimientos científicos constantes; por el contrario, este progreso sirve para afirmar que La Revelación cristiana es cierta, y afirmada por los mismos avances de la ciencia.

Cada avance nos muestra la maravilla de la Creación, desde el más modesto ácaro hasta la grandeza del león, el elefante, la ballena, etc. Los cielos y la tierra cantan la gloria de Dios. Y por mucho que la ciencia haga, siempre será inútil en descubrir la grandeza de La Creación.

Bien que promocionará comodidad y aventura a los hombres, aunque el exceso de técnica y la mente de los hombres, que no avanza al mismo ritmo, hará que ahora ya seamos esclavos de la técnica, pero más adelante seremos destruidos por ella.

Es por ello, que el Espíritu de Dios nos es muy preciso y precioso para nosotros, no solo para garantizarnos la eternidad en otra esfera de la vida, sino para que en esta vivamos quieta y pacíficamente esperando la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo. (Judá 1: 3)

martes, 20 de septiembre de 2011

EL PRINCIPIO DE LA CONTAMINACIÓN.

 

Sucedió, que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres
 escogiendo entre todas.
(Génesis  6:1)

La mezcla de aquello que es de Dios, con lo que es solo propio del ser humano despegado de Él, es una forma de mal extraordinariamente maléfica y peligrosa, que se presta como instrumento de Satanás, para intentar manchar seriamente el testimonio de Cristo en la tierra. Esta mixtura podría tener la apariencia de algo muy deseable, y en algunos aspectos muy sutiles, concordante con la doctrina cristiana, del amor al prójimo y la concordia.

Puede tomar la forma de una relación indolente para no ser tildados de intransigentes, puritanos o fundamentalistas. O también, por otra parte, la búsqueda de un acercamiento a las gentes tan necesitadas de ser instruidas, informadas y formadas; de unas oportunidades de testificar y dar una oportunidad de cooperación a los que no conocen nuestra forma de entender la vida. Algo que atrajera a las gentes a la vida de Cristo.

En realidad no es posible confiar en que este método tenga eficacia, ya que el mal es más pegadizo que el bien y su influencia es demoledora. Más aun, tratándose de creyentes que tan pronto sufren algunas contradicciones por parte de alguna persona instruida, pero incrédula, vacilan de sus propias convicciones. 

A la luz de la Escritura estas estrategias, por muy cargadas que estén de buena intención, son nefastas, ya que contradicen la palabra de Dios que veda de forma taxativa la asociación,  mezcla, o vivencia con incrédulos. Estos por añadidura, ya sea por ignorancia o por mucha  instrucción, son enemigos declarados de la palabra de Dios en todo aquello que es admonición contra sus vicios o filosofías.

No hay pues ningún provecho para los creyentes alentar relaciones sean de negocio, matrimonio, o relaciones amistosas íntimas y reiteradas con los hijos de este mundo (“κόσμος”) rebelde, que despreció y sigue ignorando a Cristo. O que la verdad de Dios, pueda confundirse con las teologías de un mundo descaradamente pagano.

Ese no es el método de Dios para promover los intereses del Reino, ni de los que han sido llamados para ser sus testigos y luz del Señor en la tierra. La luz ha de ser pura; no convive con tinieblas.

Toda relación que no sea para ayudar a los que se sientan perdidos tiene su límite. Nada es tan importante para que el fin justifique malos medios. Y aun con la mayor necesidad se puede ir a lo que hacen otros, para que puedan volver a la verdad.

Meterse en el infierno para sacar a quien no quiere salir es bobada grande. Desde una orilla se puede auxiliar a quien se lo lleva el río, pero si el que auxilia se mete también van los dos por el mismo camino de perdición.

lunes, 19 de septiembre de 2011

LA CHARCA. (POEMA)


Un gorrino en su charca se bañaba
Con épico y sonoro regocijo,
Y tanto más se hundía en el amasijo,
Más a gusto el marrano se encontraba.

Pasando un corderito por el pago
Se apartó del lugar, porque temía
Manchar la blanca lana en porquería
Que hubiera su albo manto mancillado.

Tozudo el sucio cerdo le espetaba,
Con cólera y gruñido impertinente,
Que entrara en aquel charco pestilente
Y el légamo, con él, también gozara.

La tierna, limpia y blanca corderilla,
Así dijo al gorrino encenagado:
No quiero reposar ahí a tu lado
Y no voy a acercarme ni a la orilla.

Tú gozas en el lodo maloliente,
Pues eres sucio por naturaleza,
Yo retengo en mi cuerpo la limpieza,
Y no quiero ensuciarme, aun levemente.

Así también nosotros, por su ejemplo,
Debemos mantener nuestra limpieza;
Al cerdo desecharle en su impureza,
Y hacer de nuestro cuerpo a Dios, un templo.

DIVISIONES O CO-BELIGERANCIA




domingo, 18 de septiembre de 2011

PÁBILO HUMEANTE




A medida que avanzan los tiempos, se establece por medio de la técnica un estado de inquietud por poseer todas las cosas que nos ofrece la vida moderna en cuanto a comodidades que, lejos de ser un oprobio para la humanidad es un aliciente de vida para todos.
 
Desdichadamente estas cosas que la técnica ofrece a nuestro vivir, se constituyen un género nuevo de viejos dioses. Los lujos antiguos y las horribles diferencias entre los hombres, están cada vez más arrinconadas, (no en cuanto a participación de bienes) y los prohombres ya no son tan inasequibles al conocimiento de las gentes, a causa de las libertades y de los abundantes y evolucionadísimos medios de comunicación. Los grandes se esfuerzan en darse a conocer al público.
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A las personas que son jóvenes esta situación les parece normal, y hasta mejor que las antiguas formas de vivir; a los mayores o claramente viejos, nos produce casi la sensación que le produciría a un Neandertal, el que alguien de otra tribu encendiese un mechero para dar fuego al grupo.
 
De manera que los mayores estamos atrapados entre dos culturas. La cultura del «guárdalo todo», y la del «tíralo y compra uno nuevo». Esto último nos suena escandaloso. La realidad es que el mundo avanza en conocimientos vulgarizados, y las Universidades erogan continuamente un número mayor de graduados que, como dice el viejo dicho, «no saben hacer una «o» con un canuto».
 
Abundan los pequeños aparatitos con técnicas avanzadas, que los viejos no acabamos de digerir; nos asombramos de la habilidad y la naturalidad con que se manejan, hasta por los niños, los teléfonos móviles, los aparatos de sonido, fotos, música, etc., cuando nosotros ya no damos pie con bola en el manejo de estos.
 
Esto, a la vez que ayuda al desenvolvimiento de la nueva cultura que llamamos «cosista», es un handicap dificultoso para los jóvenes, que tienen demasiados artilugios que les impiden ocuparse del estudio serio en libros y clases habladas. La cultura les parece inútil, porque por la televisión, etc., se les enseñan multitud de historias y documentales, donde se pueden ver con toda perfección lugares exóticos, históricos, hechos y batallas con toda documentación, y las  tesis de distintas escuelas del saber.

No podemos determinar que estos "avances" son malos en sí, sino una evolución de la búsqueda del bienestar por el humano (por lo menos en lo que llamamos "el Occidente"), y una manera nueva de pensar. Obviando las hambrunas, hoy existen unas agitaciones y la inquietud por la seguridad, así como por el temor de el famoso «Papá Estado» no pueda (y se nota), dar lo que la familia a duras penas proporcionaba en seguridad, compañía, y solidaridad, aun necesariamente precaria.
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Antes, «la familia, era la familia», pero actualmente, excepto en los países latinos, la familia se va diluyendo en una especie de «sopa boba», de forma que la soledad se apodera de las personas en los países que han hecho de la familia una forma peculiar de vivir.

A pesar de que la religión aun está presente en el colectivo, sobre todo en los ritos y manifestaciones públicas, es despreciada, cuando no rechazada por muchos; entre la dispersión de la fe protestante, y el tan llevado y traído «monolitismo» de la católica, las cosas se han dejado a las interpretaciones personales y formas de aplicar la doctrina de Cristo, de tal manera, que en muchos lugares no hay una forma creíble y constante de fe.

viernes, 16 de septiembre de 2011

DE LA MALTRATADA TEMPERANCIA.


           La gente, con mucho alarde de filosofía, propone que la libido y la concupiscencia es libertad y que se debe satisfacer, pues según ellos, resulta la única vida agradable que podemos alcanzar; lo que el Evangelio propone es algo lejano y, en definitiva, nebuloso y sin comprobación alguna. Se ha de aceptar por fe, y por tanto la fe puede fallar, y que a fin de cuentas solo se trata de una esperanza.

Llamar al Evangelio mito o instrumento del poder, es ir mucho más lejos de lo que la filosofía enseña. La satisfacción de lo deseable, opila inexorablemente. No se trata de “atracarse”. Tanto el rey como el obrero, comen y beben aproximadamente igual. Igual alguien pobre desea caviar, cuando un rico desea tal vez una pobre y nociva morcilla.

En una sociedad tan permisiva como la que estamos, hay decenas, si no centenares de dietas, que todo lo que hacen es cortar nuestras apetencias en materia de alimentación, y nos prohíben comer muchos alimentos que nos gustan mucho, y a comer nutrimentos que en un estado de salud apropiado no tocaríamos siquiera. Y las buscan, y siguen muchos.

San Pablo, dice en palabras muy agudas: Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (Gálatas 5:13). Pienso que eso es la verdadera libertad.

Muchos libertinos, ya enfermos, han sido transplantados de hígado, de corazón, de riñón, etc. o han muerto jóvenes, cuando de haber sido más templados en embuchar y otros excesos, ahora podrían comer y beber moderadamente lo que antes engulleron sin consideración a sus propios cuerpos.

En definitiva “quemaron la vela” de su vida por los dos extremos, y sufrieron vómitos, indigestiones, borracheras, etc., cuando comiendo moderadamente se puede disfrutar mucho tiempo de todo manjar sin necesidad de dejarse la vida, y mejorando siempre la salud.

Por la brevedad del espacio le hablaré brevemente de la concupiscencia carnal: Es cierto que hay mucha atracción, sobre todo en la juventud, por causa de las hormonas, y la pésima educación que se imparte desde los dos extremos de la enseñanza. O negación del placer, o la explosión desquiciada de este.

Dicen que en el término medio está la verdad, lo cual es incierto; no se pude hacer que los demás quieran lo que no quieren, por lo que civilizadamente hay que dejar a los demás con sus propios designios. Los placeres atraen a todos, y solo los valientes que saben dominarlos, triunfan y tienen éxito en la carrera de lo que llamamos “búsqueda de la felicidad”. Se trata de ser amo de las inclinaciones; no esclavo.

Las enfermedades sexuales, hacen desdichados a muchos que se manejan por el mundo, queriendo abarcar todo lo que en su deficientísima educación les han contado que es el placer; de sus consecuencias no se les habla y se le proporciona información estúpida y perversa.

El sol sale sin que nosotros intervengamos, y un tsunami ocurre cuando a la naturaleza se le antoja, pero lo que podemos dominar y regular, sí que es de nuestra responsabilidad.

Si queremos una vida feliz, solo hay que seguir el Evangelio que es lo más hermoso que se ha dado a los hombres, para que su vida y la de los demás transcurra en paz y en armonía. Lo que se sale del uso natural de las apetencias, se llama vicio. Y es un amo muy duro.

Jesús dice con razón: porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. (Mateo 11:30) Creámosle, y vivamos su vida, que es garantía en todo evo que se evoque.

AMDG.  







jueves, 15 de septiembre de 2011

EVANGELIO Y PROSPERIDAD



Jamás pondré en duda, el derecho que los clérigos tienen de vivir como corresponde a su dignidad y estado. (1ª Timoteo: 5:17) Mala sería la iglesia que dejara al que es su mentor en nombre de Cristo, pasar fatigas y tener carencias básicas. Vivir bien, y saber que el cura, pastor, o cualquier dignidad de la Iglesia, pasa apuros económicos, no es propio de una iglesia cristiana.

Lo que sí es opinable es la tendencia de muchas iglesias llamadas “independientes” a predicar el llamado “evangelio de la prosperidad”. Si el Evangelio se sigue esperando una compensación económica casi milagrosa, ya estamos perdiendo la cabeza y también el corazón. Hay que ayudar a toda obra cristiana, aunque eso es otra economía

Ciertamente, cuando una persona verdaderamente cristiana es formal, trabajadora, económica, guardosa sin afán, y no frecuenta vicios de bebida, juego o tantas vanidades derrochadoras, necesariamente ha de prosperar. Y es muy raro que no lo haga.

Siguiendo el evangelio, naturalmente se consigue  una familia próspera, sana,  alegre, respetada y sin demasiadas complicaciones de deudas o intereses que tanto gravan las economías alocadas y perdidas.

Y es que seguir el Evangelio de Jesús es el camino cierto para ser feliz y salvarse de un infierno de problemas en esta esfera de la vida y la garantía -por sus promesas- de estar en la onda de Dios eternamente.

Es como el estudiante que es formal, y estudioso e interesado en alguna disciplina. Normalmente es difícil que se quede en la calle, como sucede a muchos de sus compañeros, que se han dedicado a vaguear, a formar conflictos y acumular suspensos en sus estudios.

Hoy he visto a tres jóvenes “mandilones”, anillados con “piercing”, vestidos de modo estrafalario, sucios, estridentes, y con un aspecto deplorable, que más adelante reprocharán a otros que vivan con holgura. Les increparán y envidiarán por que hayan conseguido destacar por sus cualidades, preparación, y tesón en su trabajo, mientras ellos están enfermos y hasta,  seguramente, vilmente enganchados en un vicio o adicción nefasta.

Por supuesto que no trato de generalizar, pero es cosa común y conocida que de que, “hazte buena fama y échate a dormir y hazte mala fama y échate a morir”. Nos maravillamos porque algunas tribus “salvajes” se pongan toda clase de aditamentos en el cuerpo, que nos producen rechazo y algunas veces repugnancia.

Aquí tenemos una sociedad, que se maltrata a sí misma con una enorme cantidad de vicios y de rarezas que algunos pretenden vender como “originalidad”, y en cambio son cosas tremendas que hacen del ser humano un residuo en la sociedad en que vive.

Ya digo que cada cual puede ser lo que le parezca, también que toda acción trae sus consecuencias. Y también que hay personas (sobre todo jóvenes) que tontamente se introducen en el tabaco, drogas, alcohol, etc. Una tontería que muchos hemos cometido, hasta que nos hemos dado cuenta de que eso solo lleva a la enfermedad y a la esclavitud.

En la Ley de Yahvé se contenía una serie de consejos, seguidos de la seguridad de que iba a ir bien de hacerla fielmente, o de vagar por los caminos del dolor y del peligro en caso contrario. La ley no es la punición; la Ley de Dios es su palabra: Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. (Salmo 119: 105).

He asistido a innumerables predicaciones en las que cuando se hablaba de la fe, y se leía en la Escritura se obviaba del contexto, el versículo siguiente: ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. (Romanos 3:31) La ley libra de la contaminación del mundo, y garantiza estar bien ante tantos males, así como el Evangelio completa de forma total, la voluntad de Dios para nosotros.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Soli Deo Gloria Font


Estimado comentarista: Quiero aclararle mi posición tal como usted me pide. Me sirve para todos, y con gusto le respondo. Ante todo hay que aclarar con un versículo muy útil: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, (1ª Timoteo 2:5). Partiendo de esta base ya podemos progresar.

Si las personas andan con dudas y haciendo preguntas saduceas, es porque se trata de “divertimentos” que un cristiano no tiene la obligación de secundar. Si hay buena intención y deseo de saber, estoy a su disposición hasta donde llegan mis débiles fuerzas, para aclararle cualquier cuestión que yo pueda discernir.

Platón, Aristóteles… etc. y San Pablo, ya han dirimido la cuestión de la responsabilidad. Hay unas películas de anticipación, en las que las personas ya no tienen responsabilidad, porque todo se supedita a la sociedad. Esta estima, que el que no sigue sus consignas, es un enfermo o loco al que hay que tratar de forma suave, y considerando que si ha delinquido de alguna manera es a causa de su desfase social.

San Pablo dice claramente: Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago... Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (Romanos 7:15 al 19). Es obvio que en la naturaleza humana existe una dicotomía de tal manera sabemos que es lo bueno, pero en determinadas ocasiones tendemos a hacer lo malo. Y a veces podemos sentir cierta fruición al hacerlas.

Sabemos que comer chocolate, helado, dulces en gran cantidad, es pernicioso para nuestro organismo, pero aun así vemos que uno de los principales problemas en la moderna sociedad es la obesidad. Y cuando vulneramos las limitaciones sentimos algo de regodeo al hacerlo.

Las tentaciones no son otra cosa que atracciones más o menos dominables, que nos llevan a hacer el mal de cualquier manera. En los filósofos paganos, estas tendencias son tratadas desde la afirmación de que el individuo discierne el mal del bien, pero encuentra apetecible hacer el mal, aunque conoce que debiera hacer el bien.

No se trata solamente de ira o concupiscencia, sino de que la tendencia es al mal en muchas ocasiones, y muchos creen cuando están metidos en el mal, que es el bien lo que están haciendo. Hay como digo cierta fruición, en personas al rechazar a Dios y a su Cristo. En sus burlas saben que hacen el mal, pero ellos quieren creer que es el bien; ellos determinan tanto el bien como el mal.

En el cristiano, esto último está solucionado, porque Jesucristo no solo da la pauta a seguir, sino que también nos da el Espíritu para que podamos vencer al “hombre viejo”: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (Efesios 4:22)

Este refuerzo divino es algo que solo percibe el convertido a Dios y que disfruta de las caricias y también los admoniciones de Dios, seguidos del correspondiente consuelo. Dios nos conoce bien, y por eso usa de misericordia en el trato con nosotros, que coceamos contra su palabra y su protección. Tal como hacía Saulo de Tarso.

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8:26).