lunes, 27 de mayo de 2013

VIVIR EN EL ESPÍRITU


 

Pero aún cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, os predique un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema. Gálatas, 1, 8) Esta y otras citas son usadas con profusión, para demostrar a los demás que la propia observancia es la buena, y por tanto los otros están bajo la condenación. Eso lo dicen todas las denominaciones, y ahora también, algunas ramas y personas dentro de la propia Iglesia Católica, y contra ella.

Pienso que es correcto lo que dijo San Pablo, y que el Evangelio es uno, y una sola su interpretación. No solo en el plano semántico, sino en la vida que se ha de llevar al ser cristianos. No hay más interpretación aislada de contexto, sino la que Cristo mismo pronunció como colofón de toda teología y de toda interpretación. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:24).

Esto mismo lo refrenda San Pablo cuando se dirige a los Corintios con motivo de la muerte y la resurrección de los muertos: Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. (1ª Cor. 15, 36). Por supuesto que a corroboración de San Pablo es innecesaria, por haberla expresado anteriormente Jesús. Solo trata de explicar a los de la ciudad de Corinto el misterio de la resurrección, y la potencia de Dios para ejecutarla en su momento.

Así es que pienso, y no trato de dogmatizar (faltaría más) que las disputas sobre como debe celebrarse una misa o en su caso un culto de otra confesión, no es lo que agrada al Señor. Pienso que es mejor guardarse del mal en todo momento, y añadir mansedumbre y serenidad como elegidos de Dios y tenidos por hijos, por aquel que es en todos y sobre todos. Las payasadas, y los extremos infecundos son aparte.

Toda expresión se presta a distintas interpretaciones, y en eso no hay mal si se hace con rectitud de corazón, y para obedecer estrictamente la voluntad de Dios por la boca de Jesucristo. Si de lo que se trata es de “salirse con la suya”, aunque se tenga que retorcer un pasaje o sacarlo de contexto, ya no anda el Espíritu Santo en esa lid, sino obviándolo se acude a la condenación del otro.
Ya no es el espíritu del anticristo lo que mueve los corazones y las palabras en lugar de ser “palabras de vida” devienen fácilmente en voces de muerte, y la destrucción de la unidad de los salvos. Yo no me atrevería a defender mi fe, condenando a otros. Ellos sabrán (supongo) lo que hacen. El Señor con su justicia en la verdad y con su inmensa sabiduría, sabrá dar a cada uno según su amor a la verdad y a los demás. Tal como Jesús insistió a todos.

San Pablo apostilla refiriéndose a la comida, pero todo se puede aplicar a cualquier otra situación. Tenemos libertad para expresarnos, y es bueno que haya contrapesos a los extremos: Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.

De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano. (1 Corintios  8: 9 a 13)

AMDG