viernes, 11 de marzo de 2011

PORQUÉ, SEÑOR



Ante ti buen Jesús, humilde y quieto,
Me presento sin nada que decir,
Quisiera de mis labios reprimir
La angustia con que sufro tu decreto.

Nada puedo decir que sea secreto
Para ti que conoces mi vivir,
Y nunca dudas ledo en acudir
A mis ruegos, munífico y discreto.

¿A quien podré acudir cuando me embarga
El llanto por mis luchas y pesares?
¿Porqué me has retirado luz y adarga?

Tú llevaste la cruz ¿Porqué de azares,
Padezco dura espina y tan amarga,
Si en tus manos consigno mis pensares?

Con todo, de ti espero,
Que quites tanto abrojo de mi vida,
Y consueles de mi pena y de mi herida.

AMDG