viernes, 17 de junio de 2011



¿FATALIDAD O GOBIERNO DE DIOS?
Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos,
aunque falte el aceite del olivo
y los labrados no den mantenimiento
... con todo, yo me alegraré en el Señor, y me
gozaré en el Dios de mi salvación
.
Habacuc 3:17, 18

Cito en este trabajo unos párrafos de un grupo de cristianos, que me hicieron pensar en la seguridad de la salvación de aquel que, dejando todo discernimiento carnal y siguiendo lo pasos de Jesucristo, tiene la seguridad de su amparo y su comprensión hacia sus debilidades. Porque es incontestable que todos tenemos debilidades. Es consolador, y estimulante para una vida dedicada al compañerismo con Jesús, y bajo la sombra el Altísimo. Dice así:

«El creyente sabe que su rumbo en la vida es uno que le conduce al Cielo; que su camino terreno ha sido preordenado para él personalmente y que, por tanto, es un buen camino. Aunque no comprenda todos los detalles puede mirar confiadamente hacia el futuro aun en medio de las adversidades, ya que sabe que su destino eterno está asegurado y lleno de bendiciones y que nada ni nadie puede despojarle de este inapreciable tesoro.

Además sabe que una vez terminado su peregrinaje podrá mirar atrás y ver que cada suceso de su vida fue preparado por Dios con un propósito particular y se sentirá agradecido por haber sido conducido a través de todas sus experiencias personales. El día vendrá cuando a todos los que le afligieron o persiguieron podrá decir, como José a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien» (Génesis 50:20).

Dios alto y sublime se interesa en sus más mínimos sucesos que los hombres llaman casualidad, suerte o azar. Cuando una persona se siente y reconoce escogida por el Señor, y sabe que cada uno de sus actos tiene un significado eterno comprende con mayor claridad cuan trascendente es su vida. Por consiguiente, siente una nueva y poderosa determinación de hacer todo lo que redunde en la gloria de Dios. Además sabe que aun el diablo y los hombres impíos no importa cuántos males traten de infligir, no sólo son refrenados por el Señor, sino compelidos a hacer la voluntad de Dios (Lorraine. BOETNER y otros).

El muro de la realidad es penetrado por medio de la fe y Dios se encarga de que aun aquí gocemos de la paz, según las suaves orientaciones del Espíritu Santo, porque así dice el Señor: «Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías 55:9).

Todos tenemos, en puridad, algo de qué quejamos a cuenta de nuestra presencia física o de nuestro carácter. Pocos hay que se sientan totalmente satisfechos y sin defectos, a menos que sean unos insufribles petulantes.

Tengamos el defecto físico o psíquico que sea, lo cierto es que cada uno de nosotros puede vivir con el suyo. Naturalmente no es de nuestro gusto, pero en la mayoría de los casos aprendemos a convivir con él y nos acostumbramos a él, tarde o temprano. Hasta podemos, a veces, sacar partido de algún defecto o carencia.

De Rodolfo Valentino, el famoso actor de los años veinte, se decía que su fascinante personalidad se basaba, sobre todo, en el ligero estrabismo que padecía. En palabras más rudas, que era bisojo; bizco. Parece ser que ello fue el detonante de su gran fama mundial entre las más famosas estrellas del cine naciente en su tiempo.

Sólo hay que preguntar a las señoras que fueron jóvenes en la época en que actuaba. Su estrabismo y su rostro, ligeramente afeminado, fueron de gran atractivo para las mujeres. Baste decir que dos de ellas se suicidaron al serles comunicada la noticia de su muerte.

Posiblemente, de no haber sido por su defecto que tanto le favorecía, tal vez hubiese pasado su vida anónima como vendedor de golosinas en cualquier sala de cine en las que se proyectaran películas protagonizadas por otros actores. Su defecto, fue su éxito. Si hubiese gemido y se hubiese encogido en sí mismo no hubiera sido el gigante que fue a lo largo de su vida.

Nosotros tenemos otra moral de combate y sabemos quien es niuestro amigo y nuestro enemigo. La vida es milicia y eso está establecido por alguien que tiene un propósito eterno y lo lleva a ejecución por sus etapas.