lunes, 13 de mayo de 2013

SANTIFICACIÓN Y RECATO



Realmente estás (y permite que te lo diga en la confianza que tenemos) algo errado sobre las obras y la fe. De todos modos intentaré explicarte más o menos acertadamente lo que para mí significa estas dos alternativas que en realidad son complementarias, y la una sostiene a la otra. Me explicaré.

El esfuerzo de la santificación diaria no es exactamente la santidad. La santidad parte de Dios, y la santificación de todo lo que es de Dios en nosotros es otra cosa. De todas formas no te lo sabría explicar. Ni te hace falta, pues ya tienes suficientes conocimientos.

La buena voluntad que se pone en la pura santificación, y la dedicación que pongamos en acatar y hacer la voluntad de Dios nos da la santidad. San Pablo dice santos a los fieles de sus asambleas o iglesias locales primitivas. Efesios 1:1) Es porque a dedicarse de lleno a las ordenanzas de Dios y a la guía del Cristo de Dios eran santos para Dios.

Esta forma de ser y de producirse entre tanta mentira, inmoralidad, ausencia de valores, y tantas lacras más que nos hemos inventado para hacer nuestra voluntad, que creemos que es mejor que la conducción amorosa de Dios, hacen incomodar al prójimo que nos observa con indiferencia o con malicia. A muchos les hacen pensar, les remueven las conciencias, y les hace mirar con más interés lo que es el seguimiento de Jesús.

Es la mejor manera de mostrar la obra de Dios en el hombre fiel y sujeto al Señor, y a la vez mostrar la buena voluntad de Dios para con nosotros y su llamada a todos, para que todos también puedan a cogerse a su bondad. La rebeldía es la causa de tantos males como vemos que se agudizan, conforme la “civilización” avanza.

Conozco a muchos amigos, a quien mi insistencia en estas materias ha hecho que se vuelvan de sus cotidianas rutinas y obras muertas, y vean en las verdades del Evangelio la perfección que responde a su origen divino. Es el clásico “boca a boca” que tanto aprecian los profesionales del mercado y que es válido para las cosas espirituales.

No obstante la vida espiritual debe ser guardada de los depredadores que, percibiendo las tonterías que a veces se cometen de parte de muchos que se titulan cristianos, acometen contra el Evangelio por darse una importancia de la que carecen o por manifestar su encono.

Esta saña, procede de no saber formar parte de una aventura maravillosa que es seguir y proclamar el Evangelio a toda criatura. Las vidas de muchos no responden a su militancia, y su proceder dice otra cosa muy distinta a la que dicen que pertenecen.

No estoy pidiéndole a nadie que haga cosas que yo mismo no estoy en condiciones de hacer. Una ascética rigurosa (que en parte llevo), aunque sí tengo que denunciar claramente el pecado de los tibios, porque como dice la Escritura: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!  Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. (Apoc. 3:16) Estas posturas de tibieza, hacen que no se pueda exhibir alocadamente una vida demasiado alta de miras. El recato es imprescindible.

Hay que hacer como María la madre de Jesús: Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lucas 2:19) De otro modo puede ser puesto en malas bocas, profanado, y burlado por hombres sin conciencia y sin sensibilidad. Por eso dijo el mismo Jesús: No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os destrocen. (Mateo 7:6) No todos los llamados son elegidos.

AMDG.