sábado, 6 de agosto de 2011

TRAGEDIA DE UN AVIÓN EN MADRID




Me acaban de dar la noticia: un avión regular se ha estrellado, incendiado, y parece que si queda algún superviviente, está prácticamente quemado o destrozado. Por lo que se dice, la temperatura alcanzó tal intensidad, que todos habrán quedado socarrados, y los que sobreviven estarán pasando ahora, los dolores más horrorosos.

He levantado mi oración por los afectados sean quienes sean, y he leído unos comentarios sobre la tragedia, que me han dejado estupefacto de ver que poco amor hay en las gentes, y que deseos de meter baza sin ton ni son, en lo que es un accidente por causas aun desconocidas, pero siempre es por algún motivo.

Uno de los más divertidos deportes de los españoles, es nuestra capacidad de comentar y opinar sobre todo lo que se pone a nuestro alcance. Unas personas que iban seguramente a pasar unos días de placentera playa o regresaban a sus hogares, han sido devoradas en unos instantes por la horrenda hoguera en que se convirtió rápidamente el avión plenamente cargado de combustible, ya que despegaba en aquel momento.

Ni los medios más sofisticados han podido evitar la tragedia, ni las ayudas, ni las revisiones (siempre azarosas) han podido hacer otra cosa que sacar del avión a los que han podido, porque el espectáculo era dantesco. De un momento a otro, todas las ilusiones, todos los proyectos, todas las más caras personas para sus familias y amigos, desaparecen como humo.

Esa es la historia de la humanidad, cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. (Santiago 4:14)o cuando el destino (o lo que se quiera interponer por los más incrédulos) actúa. Nosotros por el contrario, sabemos que es Dios el que hace y deshace, aun en nuestro corto entender.

¿Cómo pueden suceder tales cosas? decimos cuando suceden estas catástrofes, que no son ni mejor ni peor que lo que sucede todos los días o todas las semanas, en las carreteras de los países más ricos y mejor organizados. ¿Cómo pueden suceder estas tragedias?

Todo  ente físico está determinado por la ley de la entropía, a deshacerse y desaparecer antes o después. No es teoría de un escritorcillo, que lanza su angustia por la tragedia. Es la adorada ciencia la que lo proclama. Algún día el sol se apagará; las galaxias y el inmenso universo, volverán a donde salieron, es decir, a las manos de Dios; nada se destruye sino que se transforma  

Yo quisiera ofrecerle a las victimas y a sus familias el dolor humano que me embarga, y también me gustaría decirles, con una llamada de consuelo a su corazón ¡Dios está en control! ¡Volveréis a verlos en otra dimensión más bella!

Desde nuestra miope y brevísima perspectiva, hemos de tener el valor y el consuelo de saber que nada escapa a la mano de Dios. ¿Quién será el que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? De la boca del Altísimo ¿no sale lo  bueno y lo malo? ¿De que se lamenta el hombre viviente? ¡Laméntese de su pecado!  (Jeremías.- Lamentaciones).

Produce inquietud, usar de estos acontecimientos para suscitar en todos los que se duelen de una u otra manera de estas catástrofes, el valor supremo de la vida, a la vez que su transitoriedad y la dependencia absoluta de otra voluntad exógena, diferente a la nuestra.  

La fugacidad de la vida, es algo tan evidente y tangible entre personas con cierto nivel de conocimiento y reflexión, que nadie puede decir que todo esta aquí, en esta esfera de vivir, y que todo depende solo de un accidente fortuito. Ni ontológica ni filosófica, ni siquiera prácticamente, encajan estos sucesos, inevitables y ciertos, con el "todo acaba aquí". 

No hay dolor como el de un padre o madre que pierde a sus hijos, y el de una familia que de un momento a otro pierde lo más valioso de su vida. Solo el conocimiento del Señor, de la misericordia y el consuelo de Dios, puede llevar a esas familias a la comprensión de que todo guarda relación con un Ser Supremo, que legisla en su Universo, y que (como Jesús vino a decirnos), es como los antiguos padres, que amaban a sus hijos, y que eran para ellos amparo y bendición. 

UN TOQUE BÍBLICO 
Confía en Yahvé, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Dios, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Dios tu camino, Y confía en él; y él hará.
    Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante Dios, y espera en él. (Salmo 37)
AMDG