sábado, 26 de mayo de 2012

YO TE SIGO SEÑOR

 
Soneto
Yo te quiero seguir mi buen Señor,
Y también quiero hacerlo dignamente,
Pero ¿cómo lograrlo? si presente
Ya tengo, mi fracaso y mi dolor.

Nada puedo ofrecer de algún valor;
Solo tengo mi fe, que mansamente
Declara, que si tú te hallas ausente,
Flaqueará sin tu manto protector.

Quisiera que bastara mi trabajo,
Para hacer que mi mérito me avale,
Sin temer del pecado el espantajo.

No reinen, ni el retraso, ni el atajo,
Ni lavado, ni afeite me acicale;
Solo Tú, garantizas mi relajo.

FUERA VANIDADES Y FILOSOFÍAS AL USO


 


Las gentes se sienten abandonadas y solas, y de ahí el ansia de ser bien visto y de estar siempre metido en el tumulto ruidoso de la vida disipada, por que estas personas están vacías de toda piedad y de toda alegría interior.

Precisan, como el drogadicto, su dosis diaria de la vana conversación y de la mundanalidad farisaica y vana. Como moscas a la basura, los vicios acuden a esos corros, y ya no hay forma de evitarlos.

Solo con la huida de tanta barahúnda y la concentración necesaria, es posible salir a una vida plena de piedad y que, a buen seguro, proporciona más dicha y paz que ninguna otra forma de andar mundana. Así lo experimentan los que sin más filosofías, se entregan de una vez a la fidelidad de Jesús y sus palabras.

Solo al alejamiento de la agitación, y la renuncia a tantas vaciedades, es la que nos permite la paz de tener la seguridad de salvación: En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los violentos. (Salmo 17:4). Así hay que andar por nuestro propio bien, aquí y en la otra esfera de la existencia. Porque hay muchas clases de violencia.

Es harto lamentable que se tenga que repetir, admonición tras admonición, estas cosas tan propias del andar cristiano. Ya es triste que las palabras del Evangelio de Jesús tengan que ser repetidas tantas veces, pero las gentes no quieren oír nada de las cosas espirituales, y más aun ahora que la molicie, el vicio, y la inmoralidad, imperan en la Sociedad Occidental

Más triste es aun, que se tengan que repetir a los cristianos, que hacen caso omiso a estas llamadas y viven sin distinguirse en nada de los paganos. Poco podemos hacer sobre esto, sino estimular a buenas obras y denunciar la inopia en que vivimos, hasta que una sacudida personal o colectiva nos pone en perspectiva.  

Solo acude la paz a quien se alimenta de piedad y, como muy bien expresa el piadoso poeta Fray Luis de León que fue hasta juzgado por la Inquisición, ya cansado de los devaneos de todos, y apartándose de las cosas y vanidades del mundo en cualquiera de sus manifestaciones.


¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde ha ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Y así dice el apóstol magistralmente:


Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tito 2:11, 12, 13,14).