jueves, 28 de abril de 2011

ESCRIBIENTES Y ESCRITORES



Para dialogar
Preguntad primero
Después escuchar.
D. Antonio Machado

Hay inmensas cantidades de blogs, que cualquiera con alguna práctica (de la que yo carezco), puede hacer y lanzar en la red Internet. De tal manera que muchos amigos no muy versados en estas controversias, me preguntan si no me mareo con tanto leer a unos y a otros. Porque me dicen que todos están ansiosos por escribir, pero leer nadie lo hace. Solo en los comentarios a los asuntos menores, como fútbol y afines, se vuelcan cada uno con sus argumentaciones… o insultos.
Y esto no solo en naderías sino en asuntos espirituales en los que como dice San Pablo: Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente. (1ª Timoteo 5 al 8)

Todo el mundo quiere que se le lea, pero nadie lee lo de los demás. Y naturalmente, forcejean sin saber por qué lo hacen, ni en que lectura apriorística basan sus aportaciones o conclusiones. Además cada cual vierte en la pantalla su opinión (lo cual no es malo en sí), pero nadie se para a pensar lo que dice. Escribir para evangelizar, y más si a la vez se hace para enlazar las cosas espirituales con la condición humana general en la sociedad, conlleva a que se quede uno más solo que un pez en el desierto.

Cuando pretendes en los comentarios a los artículos, poner algo de dulzura a los que tan desaforadamente se muestran unos contra otros, o te dicen fanático o te dicen liberal. Unos tienen mucho interés en que vaya mucha gente al infierno; otros por el contrario dicen que el infierno es algo que repugna a la bondad de Dios. Y añaden de tirón: yo no quiero un Dios así. De manera que o estamos en contra (sin desearlo) o hay que servirles un Dios a la medida de cada cual.

A mí, personalmente, me gustaría que la gente más que de escribir mucho, se ocupara de analizar sus móviles o motivaciones sin subterfugios o salirse del tema. No lo hacen… o no lo hacemos, y así se parecen estas camorras a las discusiones que se reflejan en la Santa Escritura con respecto a Jesús. Unos decían que sí… otros decían que no. No hay nada más que leer los apartados de los periódicos  que tratan  o están dedicados a la religión.

A muchos nos gustaría dejar el asunto, y que otros (hay muchos) se ocupen de estas cosas; aunque hay algo que nos hace volver a la carga, conociendo nuestra condición ante Dios: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1ª Pedro 2:9).

Con toda seguridad, si proclamamos a Jesús como el único camino a Dios, estamos (sin desearlo ni mucho menos), ofendiendo a otros que creen cosa distinta. Parece ser que esta situación no va a cambiar, mientras estemos proclamando algo que siempre molesta a todos (y siento decirlo), hasta a la gran mayoría de los que se proclaman cristianos.

Rafael Marañón 28 de Abril de 2011.

Hambre de Dios



Para dialogar
Preguntad primero
Después escuchar.
D. Antonio Machado

Hay inmensas cantidades de blogs, que cualquiera con alguna práctica (de la que yo carezco), puede hacer y lanzar en la red Internet. De tal manera que muchos amigos no muy versados en estas controversias, me preguntan si no me mareo con tanto leer a unos y a otros. Porque me dicen que todos están ansiosos por escribir, pero leer nadie lo hace. Solo en los comentarios a los asuntos menores, como fútbol y afines, se vuelcan cada uno con sus argumentaciones… o insultos.

Y esto no solo en naderías sino en asuntos espirituales en los que como dice San Pablo: Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente. (1ª Timoteo 5 al 8)

Todo el mundo quiere que se le lea, pero nadie lee lo de los demás. Y naturalmente, forcejean sin saber por qué lo hacen, ni en que lectura apriorística basan sus aportaciones o conclusiones. Además cada cual vierte en la pantalla su opinión (lo cual no es malo en sí), pero nadie se para a pensar lo que dice. Escribir para evangelizar, y más si a la vez se hace para enlazar las cosas espirituales con la condición humana general en la sociedad, conlleva a que se quede uno más solo que un pez en el desierto.

Cuando pretendes en los comentarios a los artículos, poner algo de dulzura a los que tan desaforadamente se muestran unos contra otros, o te dicen fanático o te dicen liberal. Unos tienen mucho interés en que vaya mucha gente al infierno; otros por el contrario dicen que el infierno es algo que repugna a la bondad de Dios. Y añaden de tirón: yo no quiero un Dios así. De manera que o estamos en contra (sin desearlo) o hay que servirles un Dios a la medida de cada cual.

A mí, personalmente, me gustaría que la gente más que de escribir mucho, se ocupara de analizar sus móviles o motivaciones sin subterfugios o salirse del tema. No lo hacen… o no lo hacemos, y así se parecen estas camorras a las discusiones que se reflejan en la Santa Escritura con respecto a Jesús. Unos decían que sí… otros decían que no. No hay nada más que leer los apartados de los periódicos  que tratan  o están dedicados a la religión.

A muchos nos gustaría dejar el asunto, y que otros (hay muchos) se ocupen de estas cosas; aunque hay algo que nos hace volver a la carga, conociendo nuestra condición ante Dios: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1ª Pedro 2:9).

Con toda seguridad, si proclamamos a Jesús como el único camino a Dios, estamos (sin desearlo ni mucho menos), ofendiendo a otros que creen cosa distinta. Parece ser que esta situación no va a cambiar, mientras estemos proclamando algo que siempre molesta a todos (y siento decirlo), hasta a la gran mayoría de los que se proclaman cristianos.

Rafael Marañón 28 de Abril de 2011.