domingo, 5 de febrero de 2012

ANGUSTIA


En este estado de febril angustia,
Mi corazón gime desesperado
¿Por qué esta desazón que me desgarra?
¿Que cosa puedo hacer en tal estado?

¿Es la razón que falla y no responde?
¿Es la soberbia que a humillar me obliga?
¿Es la melancolía de la vida?
¿Es la esperanza pura fantasía?

Espero solo, en mi interior vencido,
E impulsos tengo de rasgarme el pecho
Para sacarme la serpiente odiosa,
Que silba en mi interior siempre al acecho.

Horror de vida, y un pavor de muerte,
Que igualmente, mi conciencia loca agita,
Me causan la tristeza, que infinita,
Parece no tener final conjuro.

¡Oh mi buen Dios! ¡Oh Cielos! ¡Jesús mío!
Sacadme de esta cárcel procelosa;
Libradme de esta sierpe que me acosa,
Y muerde con monótona fiereza.

¿Cuándo veré la luz?, ¿Cuándo la paz?
¿Es pues fatal, vivir de esta manera?
¿No hay bálsamo que cure poderoso
La angustia que me agobia y me lacera?

Sé que ni el hado esquivo ni fortuna,
Podrán tender amparo que dé fuero.
Tan solo en la esperanza, don del Cielo,
Podré al fin quedar libre, como anhelo.

HABLANDO CLARO SOBRE PREDESTINACIÓN (3)



Como quiera que haya acometido hablar sobre un asunto tan controvertido, quiero dejar claro que yo, personalmente, creo en el llamamiento personal y en el llamamiento general. El llamamiento general es para todos, y está hecho de buena fe para todos. No es un ofrecimiento del Evangelio para condenar a los que ya están condenados desde antes de nacer. De esta manera ¿da igual lo que hagas?

Pero existe la libertad y el libre albedrío. Estos hacen que el hombre sostenga su llamamiento a pesar de los obstáculos que se presenten, ya que cuenta con el apoyo del Espíritu de Dios. Y hay quien no se siente elegidos y llamados, los que hacen desprecio al llamamiento y hasta se burlan de Él.

Solo pueden esperar una vida eterna de tantas pesadumbres (sin mezcla de bien), como ahora suceden en esta vida, en la que aun conviven bien y mal, y es más pasable por estar los dos elementos mezclados..

Los llamados, que siguen la conducción de Jesucristo para llegar al Padre eterno, tienen la enorme seguridad de que estarán con Cristo en el seno del Padre: En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. (Juan 14:2)

Si Jesús hubiera querido dinero, honores, o cualquier otra cosa, podría ser tachado de palabrero, y así lo decían de Él algunos de los mandamases del judaísmo. Pero Él no tenía ni una moneda para ilustrar un ejemplo de lo que decía cuando se le pidió si era lícito pagar tributo, al Cesar. (Mateo 27:17al 21).

Nosotros no sabemos quién será salvo o quién perdido, y es por eso que Jesús no quiso que solo se predicara el Evangelio solo a los salvos, sino que se le predicara a toda criatura. (Marcos 16:15) Estas harán lo que su libre albedrío les lleve a acoger a Cristo o lo que rechacen.

Al final de todo los elegidos salvos verán claramente que lo habían sido desde antes de nacer en la eternidad de Dios, así como los perdidos ya estaban puestos para descalabro, los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, (2ª Tesalonicenses 1:9)

Entonces si los que no son llamados se pierden, ¿para qué la divulgación del Evangelio si ya están puestos para fracasar? San Pablo aclara estas aparentes contradicciones de una forma tajante haciendo hincapié sobre la soberanía de Dios. Y añado unos versículos que a mi entender aclaran toda pregunta desde nuestra naturaleza humana. Ahí van.

Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su volunta? Mas antes, ¡oh hombre! ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? (Romanos 9:19 al 24).