viernes, 23 de marzo de 2012

SANOS Y ENFERMOS




Al oír esto Jesús, les dijo:
 Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
No he venido a llamar a justos,
 Sino a pecadores al arrepentimiento.
(Marcos 2:17).
 
 
Los principios más elementales el evangelio llegan, a veces a las gentes (y más si son sencillas), más efectivamente que las grandes predicaciones. También es cierto que debemos emplear toda nuestra capacidad expresiva, para exponer dignamente el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Tenemos una capacidad? ¡Pongámosla al servicio de Evangelio!

Hay veces en que por la causa que sea, una sola frase, un aporte bíblico a tiempo, una acción como al desgaire, hacen enorme impresión entre los que andan perdidos. Es también muy cierto que preferimos hablar en grandes foros, más que en pequeñas entrevistas o conversaciones improvisadas.

Jesús habló ante grandes multitudes (sin micrófono), y también ante personas particulares, y algunas veces en secreto. Él nunca rehusó dar su parecer en cualquier cuestión que se le presentó, y supo inhibirse cuando lo que había que dilucidar no era cuestión espiritual, añadiendo a continuación la recta posición que procedía, en aquel momento y argumento propuesto.

Ante una petición irrazonable supo contestar de forma magistral, como correspondía a su sapiencia de hijo de Dios: Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (Lucas 12:13).

Tal es la fuerza (dynamis), del evangelio como verdad de Dios y potencia de Dios. Solo unas gotitas del maravilloso elixir de la gloria, y hombres recios y anteriormente brutales, salen de su estado y se entregan a Cristo de forma irreversible y sin condiciones. Es sorprendente comprobar los muchos hombres nuevos que sabe hacer el Espíritu, con unas dosis muy pequeñitas de Gracia Divina.

Jesús trajo un objetivo a la tierra, que había sido preparado y diseñado hasta el último detalle por el Padre. Para Jesús se trataba solo de hacer exactamente lo que el padre le hablaba. Él nunca dudó de que lo que su Padre ordenaba, era lo que convenía al bien de los humanos.

No trató de averiguar ni mucho menos cuestionar, los propósitos que solo el Padre en su potestad había determinado. Solo hizo, lo que es ejemplo para todos nosotros. Entrar en la voluntad de Dios. A toda costa. Solo haciendo eso es como también nosotros, los que le amamos, adquirimos poder para poder testificar con eficacia y poder. Él lo hizo y la cosecha ha sido inmensa.

Ya lo decía la profecía: Yahvé quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Yahvé será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. (Isaías 53).