sábado, 9 de noviembre de 2013

RESPUESTA RÚSTICA A UN “CIENTÍFICO”



¿Cuantos hombres de excelso mérito, son creyentes y aceptan a Dios como Creador! 


              Estimado amigo científico: claro que le contesto aunque  como es natural no voy a escribir un libro sino aproximarme a su forma de tratar estos asuntos de la “creación o evolución”. Estos dos términos no deben ser incompatibles entre sí, porque la manera como el Creador hace desarrollar su obra es potestad suya, y nosotros podemos andorrear por los misterios, aunque solo epidérmicamente.

De todos modos, yo soy un lego en esto de las ciencias, Hay un excelente libro que le puedo regalar y enviar que se titula “PARA SALVARTE”. En él se contiene verdadera Ciencia y Revelación. Es obra de un Jesuita, D. Jorge Loring, hombre ya mayor,  y del que se han hecho ya miles y miles de ejemplares por todo el mundo. Si no vivimos en el prejuicio lo pueden leer todos, sean quienes sean. Y contiene verdades muy audaces.

Darwin no dejó dicho nada sobre evolución.  Fueron sus discípulos los que insistieron sobre ello con teorías más o menos disparatadas. Curiosamente dijo que el lenguaje de los patagones le pareció bárbaro e ininteligible, hasta que modernamente se ha demostrado que es un prodigio de lenguaje, y tiene tiempos y modos para cualquier matiz de expresión. Anteriormente, escribí sobre esto.

La ciencia no ha resuelto nada fundamental. La técnica sí ha hecho grandes progresos. Ahora sale la “teoría de los universos paralelos”. Ya sabe, “teoría” Alguien tiene que haber detrás de esa ingente cantidad de Fuerzas. Es filosóficamente imposible “la evolución paralela”, como por ejemplo el crecimiento paralelo del sexo.

Imagínense como sería si los órganos reproductivos no se hubiesen desarrollado de forma adecuada. ¿Evolución paralela? Eso no nos vale, ni pragmática ni filosóficamente. ¡La glotis! ¿Como se las apañaban, hasta llegar a tener una, que admite respiración y alimentos?

¿Que ciencia es esta, que no sabe  si la estrella que lanza su luz desde esas distancias siderales, está funcionando o ha desaparecido? Si hace ya millones de años luz que esta  salió de allí. Puede suponer, pero saber ¡muy poquito comparado con la dimensión del Universo hasta, donde lo conocemos epidérmicamente!

Además el cuerpo humano o cualquier ser inteligente o no, carece de conocimientos de porqué se digiere y existen riñones, bazo, páncreas para producir insulina (la no regular producción, se tiene como anormalidad o enfermedad). Es completamente automático y funciona solo. Ya es apretar tratar de explicar esto como una evolución que no niego al total, pero no es el sustento de estos fenómenos.

Se puede saber el “como”, y cada día avanzar más en ese conocimiento, pero los "porqués" están tan lejos de nosotros como el primer día. Solo la Revelación es creíble pues está ordenada tan apropiadamente para la vida normal de las criaturas, que tiene que ser así necesariamente. No hay otra explicación. Y no tener explicación es teoría, tan teoría como la religión cualquiera que esta sea.

Introducir la religión en esto, es como tratar de tomar lo que es comunicado fácilmente por Revelación, con lo que es descubierto trabajosamente por la ciencia. No conozco a Nadie que haya leído la obra de Darwin. Ni amigos ni enemigos… y trato con mucha gente. Es como lo del Quijote que todos saben algo de él, y nadie ha leído: al menos, yo no los conozco. Se podría escribir un libro gordo, pero ya se han escrito demasiadas tonterías a cuenta de este misterio; porque esto es un misterio.


Estúdiese cada día más, con las ventajas que da la técnica. No se hagan afirmaciones "científicas" que no lo son. Solo teorías. Y ¿que es el Big Bang? Una teoría que habla de un principio. ¿O no? Pues eso.

CONCIENCIA DE OBJECIÓN POR ENRIQUE GARCÍA -- MAIQUEZ (DIARIO DE CADIZ)

Artículo que pongo a vuestra disposición, porque me ha encantado


Conciencia de objeción



Conciencia de objeción

23 octubre 2013. Enrique García-Máiquez Article Rating
diariodecadiz.es


A la objeción de conciencia su fuerza no se la da ni una ley ni un pronunciamiento judicial, sino la conciencia individual de una persona, su coherencia y su coraje civil
      

Los tribunales franceses han fallado que no cabe objeción de conciencia frente a la ley que obliga a los alcaldes a casar parejas homosexuales. Por lo pronto, ya se ve la falsedad del argumento más repetido por los partidarios: «Si conceden derechos a otros, ¿qué te importa, eh?, ¿por qué te metes en sus vidas, eh?, ¿te afecta en algo, eh?, ¿te obligan a ti, eh?» Pues es que sí: cualquier derecho atañe a todos porque impone deberes alrededor. Y ahí están esos alcaldes a los que imponen casar ellos a quienes ellos creen que no deben casar.
      

Y otra cosa queda clara. La clásica dualidad en la izquierda, entre unos anarquistas y otros totalitarios, se ha extinguido con la victoria de la facción −ay, la supervivencia de las especies− más fuerte. Hoy sólo se encuentran rasgos libertarios entre los más liberales y neocon. Hay que ser muy hegeliano para celebrar una sentencia que veta la posibilidad de objetar.
      

Y hay que ser muy ingenuo para considerar que esa sentencia debilita a la objeción. Es todo lo contrario: a la objeción de conciencia su fuerza no se la da ni una ley ni un pronunciamiento judicial, sino la conciencia individual de una persona, su coherencia y su coraje civil. La objeción de conciencia es resistencia frente a la ley considerada injusta, que no puede abolirla, porque es la conciencia la que la juzga a la ley y no al revés.


Considerar que el ordenamiento jurídico prohíbe la objeción es conceptualmente tan ridículo como lamentar que un decreto no declare inexistente el delito. La conciencia y el delito están ambos en distinta longitud de onda que la norma jurídica: la primera por encima, el segundo por debajo. Otra cosa es que la ley contraataque por arriba y por abajo con el castigo, pero es entonces, justamente, cuando la conciencia debe sostener con heroísmo su objeción.
      

La objeción de conciencia reconocida por la ley es sólo un refinamiento democrático, una muestra de respeto a las minorías, pero no es, en sentido estricto, auténtica objeción de conciencia. Mantiene el nombre por su prestigio histórico y como homenaje a aquéllos que realmente se resistieron al poder, arrostrando las consecuencias, a menudo fatales. Esta sentencia francesa plantea dudas sobre la sensibilidad de su democracia; pero no sobre la conciencia, los principios y el valor, tan necesario, de las personas. Ahora los alcaldes pueden ser, si quieren, de verdad objetores.

Enrique García-Máiquez 
TOMADO SIN PERMISO, PERO CREO QUE EL DIARIO, Y ÉL MISMO, ME LO CONCEDERÁN.