viernes, 8 de junio de 2012

SOBRE HIPOCRESÍAS




 



Amigo Beltrán: creo que no me conoces, para permitirte emitir esas descalificaciones que haces sobre mi persona. Sobre el trabajo, no puedes negarme lo bien que trabaja un verdadero cristiano a quien conozcas.

Me vas a decir que sí. Si hay gente hipócrita y que de cristiano no tiene nada más que el nombre, el tal no es ejemplo que me puedas poner tan alegremente. Lo que hay dentro de cada uno, no lo conoce nadie sino Dios. Lo mismo pasa contigo, que te muestras tan indignado con simuladores de conveniencia.

El cristianismo no vive de propaganda, sino de ejemplos diarios en cada unos de los cristianos. Yo mismo tengo carácter vivo y algo atolondrado, pero eso no quita que ame intensamente a Jesucristo y que no comprenda sin necesidad de hacer cálculos matemáticos ni filosofías al uso, que Dios tiene necesariamente que existir.

Vivo alegre y contento, con una magra pensión que recibo después de más de cuarenta años de cotizar, y otros más sin cotizar. En mis tiempos no se llevaba esta finura que tenemos los modernos. Sin embargo vivo feliz con mi gente, y no me falta de nada de lo que no se pueda prescindir.

Tengo amigos en todas las comunidades que conozco, sean de las que sean, porque yo amo de inmediato a quien ama de verdad a  Jesús. Por eso, y afirmándome en mi fe personal, amo a todos y a todos respeto cuando no hacen cosas que les descalifiquen con el Espíritu, al que el propio Jesús nos dejó a su cuidado.

Y si se trata de los curas, te diré que yo, sin ser clerical, admiro al párroco de la iglesia de al lado, que es ejemplo de seriedad, cordialidad, y respeto hacia las convicciones de los demás. Es buen amigo, y yo lo soy de él.

Acrisola enormes virtudes, y hace su trabajo constante, puntual, y denodadamente en su parroquia, desde hace ya muchos años que le conozco. Lo que hay en su interior o en su vida personal, ni lo conozco ni me hace falta. Yo solo miro su conducta, y me basta. Respeto, y me respetan. Eso es todo.

Esta forma de pensar me acarrea muchas dificultades con amigos de distinta denominación, pero no voy a cambiar la tolerancia que él me demuestra, por una animosidad que solo satisfaría a gente que llamándose cristiana, está sometida a muchos tópicos, prejuicios, y juicios temerarios. Una lástima.


El hombre sólo es rico en hipocresía.
En sus diez mil disfraces para engañar confía;
Y con la doble llave que guarda su mansión
Para la ajena hace ganzúa de ladrón.
A. Machado