lunes, 25 de junio de 2012

CON CRISTO NO ESTAMOS SOLOS




Pues verá usted, Carlos: estoy de acuerdo con casi todo lo que me cuenta, y quiero animarle a la confianza de que Dios a los fervorosos los tiene en grande estima. Si es usted tibio, ya sabe que Dios a los tibios los vomitará de su boca. (Apocalipsis 3:16)

Pero si usted, a pesar de la adversidades que según me cuenta, no son tragedias. Permanezca en Dios y en su Cristo. Ya se asomará alguna vez a la ventana de la restauración, así como Noé se asomó a la ventana del arca cuando el diluvio.

Hoy día, todos padecemos dificultades debido a la situación que nos trae muchos parados, escasez y depresión económica. Es raro el que se libra de ella. Existen verdaderas tragedias como las de algunos graduados y licenciados.

Estos, preparados para su labor especializada y obtenida con muchos esfuerzos en sus estudios, aguardan entre unos mil quinientos más, las pocas plazas (unas cincuenta y cinco) de peón caminero, esperando con ello establecerse en algún trabajo al que ya no se le ponen pegas.

Esta situación roza ya (y es de esperar que las gestiones del nuevo gobierno las superen) en la mendicidad y la pobreza sobrevenida de origen. De una mala administración de los recursos de los que creen que el poder es una feria para ellos, en lugar de una gran responsabilidad para la que hay que estar preparado. Gobernar es prever. Y aquí no se ha previsto nada.

Aquí nos lanzabamos a la buena vida; si nos faltaban dineros se pedían a gogó, y así hemos estado viviendo de comernos la abundancia que el anterior gobierno dejó. Y por favor déjense de burbujas.

Y dejense de atacar cristianos de cualquier clase. Porque digo sin empacho, que son los mejores humanos que existen. A pesar precisamente de su caracter humano. Cuando destaca tanto la prensa y afines sobre la caída de un cristiano, es porque se espera de ellos algo más que de cualquiera otro.

Los ayuntamientos recalificaban terrenos, y de ello vivían como si el dinero surgiera de unos pozos de petróleo que no tenemos, o de unas ricas minas (que tampoco tenemos) para dar a los “nuestros” o sea a los convencidos, comodidad y rumbo de lujo, mientras las deudas se acumulaban.

Lo peor, es que los mensajes demagógicos calan en todos, sean ceporros o finos estilistas. El que no paga se convierte enseguida en un palabrero que hace trampas, y eroga mentiras sobre su economía.Y España, está así.

Y ahora como es natural, los mercados quieren ganar dinero, y la comunidad europea no se fía de nosotros. Ahora solo se tiene en cuenta lo actual sin determinar a sabiendas de origen de la situación que tenemos. O sea, estamos fritos.