sábado, 21 de mayo de 2011

CONFORMIDAD



Cuando Job quedó desposeído por Satanás, fue por permisión de Dios. Sin esta permisión jamás hubiera podido tocarle. Si, nosotros somos atacados, desposeídos de hacienda, honor y hasta de salud, es señal firme de que fue Dios quien lo dispuso. En este conocimiento acogeremos tanto el bien como la adversidad como de la mano de Dios. Así dijo Job: «Dios dio y Dios quitó» (1:21); ¿De Dios hemos de recibir lo bueno y lo adverso no lo hemos de recibir? (2:10). No pasa nada, que el Señor no permita.

Durante la conquista de Bujara por los mongoles, en medio del infierno de muerte, saqueo y destrucción, el Imán Ah Zandi, que veía los coranes pisoteados por los caballos mongoles, se dolía ante otra personalidad musulmana, Rokn ed-Din Imán Zaded. Silencio, respondió éste; es el viento de la ira divina que sopla sobre nosotros. Las briznas de paja que dispersa, no tienen más que callar. ¿Fatalismo musulmán? No. Solamente silencio y aceptación ante lo que Dios dispone. Esta es la única posición y actitud correcta ante El. Sumisión completa. Y lo que nos conviene.

Todo el mal o bien que nos circunda es de Dios que, o castiga, corrige, o condena. No es el verdugo el responsable de la ejecución, sino la ley, y el juez magistrado que ordenó la ejecución. Por ello, en algunas ejecuciones, los verdugos imploran el perdón de los ejecutados y lo reciben, ya que éstos son conscientes de quién es el que realmente decreta su muerte.

No debemos, pues, quejarnos de enemigos, ya que es Dios el que los dispone. Y dispone bien. Cuando Jesús fue increpado por el orgulloso Pilato, le reprendió diciéndole: «Ningún poder tendrías sobre mí, si no te hubiese sido dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti, tiene mayor pecado que tú». (Juan 19:11).
Pilatos sólo era un instrumento ciego y torpe, y de importancia secundaria en contra de lo que el hipócrita romano creía. Los judíos, tenían la responsabilidad mayor. El era sólo un raposo romano, que tras su arrogante invectiva, quedó asustado por la serena respuesta de aquel extraño prisionero.

En las tribulaciones que todos padecemos en el vivir diario, hay que poner la mirada arriba en Cristo, y no en los fenómenos y sucesos de este mundo que son todos pasajeros. Son adversidades o azotes que Dios dispone, y no son nada sin el sabio designio de Dios.

El que aborrece a su enemigo, concluye en su corazón que tiene guerra por su cuenta y poder, siendo así que aborreciendo al instrumento aborrece a Dios que lo dispone. Y es para el cumplimiento de un propósito, en el que sin embargo el hijo de Dios sabe que, ocurra lo que ocurra, «en todas las cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó».  (Romanos 8: 37-39).

Amemos y aceptemos la disciplina del Señor, que se manifiesta en las tribulaciones que nos sobrevienen, porque «nos es necesaria la paciencia» (Hebreos 10:35-39).  «Es verdad que ninguna corrección parece en ese momento agradable. sino dolorosa, pero al fin da frutos apacibles a los que son ejercitados en ella» (Hebreos 12:11).

Con este bagaje de fe en las promesas de Dios y en su fidelidad día a día, acojamos con dignidad y agradecimiento toda prueba de Dios Es designio de Él, y sabe lo que hace, por qué lo hace y qué clase de disciplina nos dispensa. Nosotros sólo sabemos a ciencia cierta, que es la que más nos conviene.