martes, 19 de abril de 2011

BELIGERANCIA ANTIJUDÍA RESPUESTA SIMPLE


 

Mucho me sorprende, tu clara y sañuda beligerancia contra los judíos. Siempre he creído que tenías un criterio, y una información que te permitiese ser algo más sofisticado en tus opiniones. Pero bueno cada cual es cada cual Yo opino de una manera y tú de otra; y estoy convencido de que tengo más elementos de juicio que los que tú posees para dar a las cosas un ser distinto a la clásica "desembuchada" de opiniones sin base y sin conocimiento.

No me gusta cuando imitan a los musulmanes en sus rezos, ni por otra parte me gusta que se metan con los judíos, como si tuvieran la culpa de todo lo que pasa en el mundo. Seguramente, tendríamos que echar la culpa a los judíos por lo que pasa en Libia. Sería aceptado sin duda.

Y de los cristianos ni te digo. Una gente que hace el bien (las excepciones confirman la regla) y sostienen que el amor a los enemigos y la paz, son preferencias del que hizo el Cielo y la Tierra, no creo que sea para tanto, cuando hay tantos ejemplos de maldad y corrupción en cualquier sociedad, sea más elaborada o más rudimentaria.

La veracidad de la Biblia, se ha reforzado posteriormente durante milenios por otros escritos contrastados, y los sucesos refrendados en múltiples ocasiones por escritos de los mismos enemigos. Los más acérrimos enemigos, y declarados militantes, han reconocido el valor y la veracidad de las Escrituras, aunque con muchas dudas sobre los sucesos, a causa de su interpretación materialista, revestida de “científica”.

Y así deberá ser, para que se estudien en profundidad hechos y lugares, que los cristianos y judíos no profundizaríamos, si dando por buenos los relatos, nos conformáramos con lo que dicen sin más crítica ni duda en la interpretación. Casi siempre, la oposición lleva a profundizar los hechos, más que admitirlos sin más explicación

No hay libro que maltrate más a los judíos que la propia Biblia. Los “pone como un trapo”, como es normal en gente a la que sin más mérito que la elección por parte del Creador, se constituye como escándalo entre las naciones para bien y para mal. La misma Biblia explica, a veces muy prolijamente, las flaquezas, delitos, y desobediencia de un pueblo elegido para ser cabeza de naciones, a fin de enseñarlas y demostrar con sus leyes y vicisitudes, la vida de cualquier Pueblo, cuando obedece o reniega de los amorosos llamamientos por parte de Dios.

Otrosí, digo de La Escritura Cristiana, llamada “Nuevo testamente”. Sin entrar a discutir esta denominación, -que juzgo no muy acertada- cualquiera entiende que Jesús fue durante su vida, hombre extraordinariamente pacienzudo con las flaquezas, devaneos, empujes, traiciones, y tantas cobardías de sus discípulos, que dudo que alguien que no tuviera claras sus evidencias, hubiese confiado a aquel hatajo de tipos rudos, elementales, y con unas ideas que eran bien difíciles de sacarles de su rústico cacumen.

Pues a esos mismos, les encargó la difusión de la fantástica noticia de que había salvación…hasta fuera de los judíos – cosa muy difícil de tragar en aquel tiempo-. Es muy raro, que las leyendas que usted menciona, fueran hechas todas enarbolando el protagonismo de Dios, y la simpleza y maldad de los israelitas rebeldes y reacios hasta la misma negación.

Normalmente, los escritores de todos los tiempos, exaltan solo las virtudes de sus contemporáneos notorios, y tal vez sostenedores económicos, y todo lo bueno verdadero o no de sus pueblos -no era cuestión de meterse en líos con unos o con otros-. Ya vemos por la experiencia y la historia, que era bastante peligroso. Todo inútil; ahí está la Santa Escritura contando truculentos sucesos, por que el pueblo, era rebelde y descreído, y así lo hace constar la Biblia. A la par, recordándonos continuamente la exclamación ardorosa de San Pablo.; reconciliaos con Dios. (2ª Corintios 5:20)

Nosotros podemos creer o no, y tenemos libertad para hacerlo. Somos en parte autores de nuestro propio destino. No creo que Dios quiera que su gente vaya a Él -que es todo amor- a la fuerza, sino que como semejanza que somos de Él, le gusta que sus fieles le quieran, y le tengan sumisión y respeto. No es Él quien está disgustado con nosotros, sino contra nuestras malas obras. Somos nosotros los que le menospreciamos, y hasta agredimos sin razón, y sin más resultado que nuestra desgracia y nuestra condenación.

Rafael Marañón  19-4-2011
AMDG.

PLURALIDAD (Sobre pueblos y costumbres)


Es un hecho, que a medida que avanza la técnica y las comunicaciones, el mundo se va haciendo más plural. Ya no son sociedades cerradas que imponen unas costumbres, y un ideario que es obligatorio cumplir si no se quiere ser un apestado de tal sociedad. Hoy se tiene sumo cuidado en no discriminar, aunque por mucho que se legisle no hay dos personas iguales en pensamiento y acción. Hasta las huellas dactilares son distintas en cada ser humano.
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Es algo gratificante, que las personas se puedan manifestar de la forma que creen y les parece buena. No es tan bueno que se traten de imponer las ideas a base de un constante machaqueo de ellas, para así tener una sociedad domesticada que dice sí a todo lo que le venga, y sea incapaz de reaccionar contra lo que vulnere sus sentimientos y su tradición.
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A pesar de todo lo cambiante del momento, no creo que a los ingleses les guste que los policías dejen de llevar de repente esos cascos tan peculiares, y que las cabinas de los teléfonos se instalen a la forma moderna acristalada y sosa. Basta ver una foto con esos ingredientes para que identifiquemos que son ingleses los que allí viven. Son señas de identidad y característica de cada país.
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A los españoles, aun siendo de los más ateos y acosadores de la Iglesia Católica, les gusta el Rocío, San Fermín, la Semana Santa en casi todas las ciudades, así como que los entierros lleven su correspondiente clérigo y su misa preceptiva. No se trata ahora de defender a la Iglesia católica. Es natural que haya otros que piensen de forma distinta, pero la mayoría es proclive a estas cosas. Es la costumbre, la tradición y en lo que los españoles hemos sido criados.
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El mundo se libró del clericalismo cerrado, dominante y hosco, y está bien; no es cosa condenable, porque así todos, clérigos, laicos, e incrédulos, estamos viviendo más liberados en la libertad que El Creador nos otorgó por su amor y su propia voluntad. Lo que sí, y de manera deplorable, es que se sustituyan las costumbres y la ley, a la medida de una ideología concreta, con lo que se cae en el mismo fangal de que se acusa al «ancien régime».
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Por muy adornado que se presente de libertario y benéfico para los desfavorecidos, la realidad y la historia nos dicen que es solo una suplantación del régimen anterior, mediante otros métodos más elaborados y con la ayuda de los sofisticados (y a la vez ramplones) medios modernos de comunicación.
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Los gobernantes han de respetar las costumbres de los pueblos que rigen, porque para eso han sido elegidos. En cada país hay unos atavismos que, sea como sea, conforma su genio y su identidad entre las naciones. Solo se trata de intervenir en lo que sea nocivo y perjudicial, para reglarlo conforme a la manera de ser del pueblo; no en lo que desde muchos siglos atrás, es la característica tan arraigada por la inmensa mayoría y resulta benéfica para el conjunto.
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No es cuestión de hacer algo que choque con la sensibilidad de los ciudadanos, porque es el pueblo, libremente, el que coloca a sus gobernantes para que administren sus caudales de cultura y bienestar. No se puede, por ejemplo, extirpar por decreto las costumbres japonesas de conducirse, relacionarse, y vivir. Chocar con el pueblo o una parte importantísima de él no es tarea de los gobernantes, sino más bien conservar las costumbres y lo que al Pueblo hace sentirse en su salsa.
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El pueblo sabe evolucionar solo, y en esa dirección es la única que los gobernantes han de actuar. Libertad para todos. Si es eso lo que se proclama. En España no se deben prohibir ni las guitarras, ni la feria de Sevilla. ¡Que no! Vigilar y procurar la paz, el orden, el verdadero progreso y dejar que las cosas vayan, sin enfrentarse con las gentes porque eso es enfrentarse con la misma Naturaleza. Las ideas se exponen, no se imponen.
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Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6). Él es el camino, Él es la seguridad y el que garantiza que, siguiendo sus pasos, se está en el verdadero camino para la consecución de la perfección, y La Vida Eterna.