viernes, 22 de noviembre de 2013

SÓLIDOS CIMIENTOS CRISTIANOS





Recordado amigo: Reconozco que la dominación de las personas justifica una especie de revolución social, para que los roles de cada uno no impidan la necesaria similitud en los derechos (que no igualdad) entre los hombres. También reconozco que ante las espantosas desigualdades que existen entre las personas, algo hay que hacer. Ese algo, no lo puede concertar una izquierda que ante su triunfo mantiene a todos bajo estrecha esclavitud, o una derecha cicatera que solo quiere sus beneficios.

Todos luchan por imponer sus tesis, que no son mejores unas que otras, salvo que en el liberalismo, (capitalismo) las gentes, aun en las tremendas desigualdades puede vivir en libertad, y en los más pobres una relativa esperanza de que las cosas pueden cambiar para sus hijos. Ellos mismos disfrutan de unas ayudas sociales que los mandamases tratan de minimizar, pero que son reales.

De nada sirve que un trabajador tenga un trabajo miserable, y que su vida sea una eterna esclavitud ante los poderosos, si no tiene aspiraciones metafísicas y ontológicas que le den por lo menos una esperanza de que en el devenir de la vida alguna vez pueda cambiar su situación o condición social. Es el clásico reparto de oportunidades que naturalmente los más listos, audaces, o afortunados puede esperar en un régimen liberal.

El socialismo, que pretende imponerse a pesar de la oposición del que trata de redimir, mantiene a la gente presa de su orden, y ya sabemos las hecatombes que ha producido y produce. No nada más que recordar a Pol-Pot, Stalin, Lenin, Fidel, Che Guevara y tantos más El nacionalismo retro, también tiene a sus espaldas, como todo lo que se quiere imponer contra la naturaleza humana, una dominación que no puede ser justificada por el valor de la separación o el predominio sobre otros. Hay muchos ejemplos que aportar y en España ahora tenemos casi como en los tiempos del "Viva Cartagena"

Jesucristo dejó en medio de la esclavitud y el horror de aquellos soberanos autocráticos, una solución que no se basa tampoco en la naturaleza corrompida del hombre, sino que se funda en una Esperanza de vida eterna que los materialistas no entienden, aunque  existe dentro de cada hombre medianamente inteligente. ¿Quién soy? ¿Qué soy? De donde vengo? ¿A dónde voy? ¿Termina todo con la muerte? Y eso está tan implantado en su naturaleza de tal modo, que nunca se conforma a considerarse un animal irracional.

Este vive del instinto y solo se preocupa de su alimento, su defensa, y su reproducción. El ser humano es instintivo, aunque también inteligente y tiene conciencia más o menos desarrollada. De manera que todos más “evolucionados” o más “salvajes” tienden a construirse una serie de normas morales, para uso de su tribu, su nación, o en forma general, aplicable a todas las gentes. Es la moral que cada país o comunidad respeta y conserva. Y ella pone orden y leyes que la sostengan. Todos sabrán en esa comunidad lo que se puede o no se puede hacer. Lo que está bien o lo que se considera mal.

La moral de Jesús de Nazaret, es invariablemente respetuosa con la naturaleza humana que a pesar de su caída, aun mantiene rasgos de bondad, de misericordia, y de solidaridad. La propiedad equilibrada, la compasión, el respeto a los derechos de cada uno, y hasta normas alimenticias. Estas aun pareciendo algo antiguo y superado, va siendo reivindicado por la ciencia moderna, dotada de instrumentos y capacidad para corroborar tales “ordenanzas”, en donde había un Dios y una Revelación.


AMDG