viernes, 13 de abril de 2012

GENTE ABURRIDA


Todo lo que despierta en nosotros recelo o una aversión  instintiva es signo de una debilitación de nuestra capacidad de autocontrol y rango personal. Nos hace presa de temores, aburrimiento o tedio y nos trasforma en seres sensibles a cualquier acontecimiento banal, que siempre nos envilece.

Modernamente, se habla del autocontrol como algo vago y despreciable, y asunto de unos fanáticos de una idea a la que sacrifican deseos y apetencias para nada. No es así, sino que el hombre que se sabe controlar y dirigir sus apetencias en una dirección, es un ser humano completo, que se distingue de los demás por sus rectos criterios sobre las cosas que suceden, y su capacidad de asumir sus propias  responsabilidades.

Cuando deseamos alguna cualidad o atributo de persona útil y recta, y la ponemos en marcha en nosotros, ya estamos sobre el camino que nos llevará a obtenerla, si la buscamos con la suficiente intensidad y avidez. Es por eso que el cristiano navega siempre contracorriente, y si desfallece será el peor de los malos. Porque si vuelve a construir lo dejado por malo, trasgresor se hace.

Normalmente la palabra esfuerzo ya está casi abandonada entre la juventud, aunque les espera una sorpresa terrible, cuando se den cuenta de lo que les dará la vida de estrechez y postergación de la sociedad. La palabra esfuerzo la podemos considerar como energía que hace un atleta o estudioso entusiasta  y devoto de su empeño, que nunca se cansa de indagar y entrenarse para conseguir el galardón más alto.

Esfuerzo, es sinónimo de acción en busca de un buen objetivo. Este puede tardar, porque toda consecución que valga la pena  requiere ese esfuerzo. Si este se hace de voluntad y constancia en su persecución, será siempre fructífero trabajo. Lo que no es posible, es conseguir algo sin trabajo y concentración. Salvo que toque la lotería.

Esto aplicado al esfuerzo cristiano se traduce en el entusiasmo por querer ser imitador de Cristo y en el trabajo para el Señor. Solamente con que intentemos con firmeza seguir a Jesucristo, ya podemos considerar que Él nos bendecirá con paz, y nuestros anhelos se verán recompensados. No como el mundo ve el éxito, sino como el que logra ser para todos como el divino maestro. Esa es la gran consecución en el orden espiritual. La fe y la obra conjuntamente.

Podemos asegurar que desde este punto de vista, esfuerzo quiere decir impulso, gozo, alegría de hacer algo valioso y alegría de vivir, esto es, el mismo significado y valor que los griegos daban al aplicarlo a los juegos atléticos en el estadio. Se privaban de todo y se entrenaban en pos del galardón de vencedor. Todo lo que se hace valioso en nuestro corazón, podemos con entusiasmo desarrollarlo y ser para todos, benéficos  artesanos de alegría y ofrenda.