sábado, 6 de julio de 2013

OPOSITORES Y DISCREPANTES




Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,
del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
(Santiago 1:7)

No hay problema en que me escribas, aunque más suave. Esto es un intercambio de ideas y debe ser pacífico. No imitemos a los políticos. ¡Es broma! Y dicha esta tontería, te respondo al asunto que me planteas. La predestinación no es materia que se trate por encima porque, o caemos en el pelagianismo o en la predestinación, que no dejan paso a una posibilidad de salvación en la que participan todos.


Jesús murió por todos no cabe duda, pero si murió por todos me dices: ¿porqué hay infierno, o separación del agrado de Dios? A todos les es aplicable la muerte… y resurrección de Jesús. El Evangelio no distingue de razas, naciones, color de piel y todo lo que los humanos inventamos para seguir la voluntad del enemigo; el diablo. Este busca separar, enconar, y consigue indefectiblemente hacernos pelear y guardar inquina, contra otras gentes de distintas culturas y costumbres.


La proclamación de la salvación es para todos: Todos se pueden acoger a esta maravillosa salvación que Cristo cumplió para nosotros en toda su plenitud. Su rechazo o su antagonismo, son la base de la perdición total, puesto que se rechaza descaradamente el misterio (no enigma) de la misericordia de Dios cumplida ampliamente en Jesucristo. La aceptación sin rebeldía de los propósitos de Dios, y el asentimiento de su misericordia, por medio de Cristo, es la solución única para salvarse.

          
         Ciertamente que Dios en su infinito poder y sabiduría conoce todo lo que ha de suceder, y hace que suceda y por tanto conoce a los perdidos como conoce a los salvos. De muchas maneras, el Espíritu de Cristo actúa para que con su influencia vengamos a la vía de la verdad. La aceptación o rechazo es cosa nuestra, aunque unos seamos ayudados por la Gracia que otros aceptarían si la conociesen. Pero Dios sabe lo que hay en el corazón de cada ser humano… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1ª Timoteo 2)