jueves, 29 de agosto de 2013

OVEJAS ENTRE LOBOS (Una respuesta a una pregunta)



Estimado Carlos: no cabe duda de que tienes razón, aunque como siempre te digo, poquita: trataré de explicarte por qué. Es cierto que en muchos casos la religiosidad es usada para ejercer poder o prestigio entre los iguales. Los demás, más bien son  adversarios, cuando no enemigos declarados del Evangelio y de sus seguidores.

Seguidores del Evangelio, son seguidores de Jesús, que es la motivación de todo, pues si no, el Evangelio solo sería una fábula por la que dieron su vida tantos infelices como lo creyeron. Es por eso que te doy la razón en esto. Si Jesucristo no ha resucitado, somos los más desdichados de todos los hombres, viene a decir el apóstol Pablo majado de angustias y de gozos por causa de su ministerio.

Ahora trata de entender las palabras de Jesús: mirad que os envío como ovejas en medio de lobos: (Lucas 2:3). Veamos, Carlos. Tú has de discernir que es un lobo y que es una oveja. Esta última es la indefensión total. Si la desamparas está al alcance de los carniceros que siempre acechan. El pastor tiene que estar vigilante para que el lobo, que es carnicero, no mate y devore a las ovejas.

Si entendemos esto como una anécdota no sacamos nada en limpio, pero si profundizamos en la frase es algo estremecedor. En el momento de tu conversión a Dios, en su Cristo, te has convertido en oveja que no puede morder, ni tiene cuernos para defenderse, ni colmillos con los que pueda hacer daño, y así disuadir a los predadores. Está entregada a la dirección, y a los pastos que su pastor le señala y lleva.

Está rendida a la voluntad de su pastor porque él, y solo él, cuida con amor de la grey, para alimentarla y llevarla por los mejores pastos que puede encontrar. Así el Señor nos lleva a pastos gloriosos, cuando de veras somos ovejas y no lobos disfrazados. Él cura a la coja, busca a la perdida, sana a la enferma, etc.

El buen pastor se enfrenta a cualquier peligro, para  defender a sus ovejas a riesgo de su vida. Sabe que dependen absolutamente de él. Eso hizo Cristo, afirmando su rostro para ir a Jerusalén, sabiendo lo que le esperaba. (Lucas 9:51) ¿Dio marcha atrás? De ningún modo. Él sabía que tras una cruel agonía y humillación, sería recibido arriba para ser el príncipe que por fin alcanzó el trono que le correspondía.

Seamos pues ovejas confiadas en nuestro Gran Pastor. Él no nos dejará que estemos esparcidos y solos ante los peligros de un enemigo espiritual que no duda en hacer daño a los amigos de Cristo. El y solo Él, es nuestra esperanza. Esperemos de Él sus maravillosas bendiciones, y en esa confianza andemos con alegría nuestro personal calvario, sabiendo que como Él seremos recibidos arriba.


AMDG       

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