martes, 26 de febrero de 2013

LA GRAN MENTIRA




Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jahvé, Dios. 
Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? 
Habéis dicho: Por demás es servir a Dios.
¿Qué aprovecha que guardemos su ley, 
y que andemos afligidos en presencia de Dios?
 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, 
y los que hacen impiedad no sólo son prosperados,
 sino que tentaron a Dios y escaparon.
(Malaquías 3:13)  

Una de las grandes equivocaciones en la comunidad cristiana, (y ya no digo en la perdida) es la creencia de que el ser humano no es tan perverso como en el Evangelio se dice que lo es. Pero si miramos atentamente la historia de la salvación vemos claramente la distinción que Dios hace entre los suyos y de los demás.

Nosotros no somos perdidos, que se han reformado y que lo hacemos más o menos bien. Somos completos hijos de Dios y herederos de su inmensa gloria junto al Cristo. Nada de medias tintas o salidas de tono. O somos o no somos. Grandeza y responsabilidad. Tal vez pobres en muchos aspectos, pero los más inmensamente ricos e hijos del que es dueño de todo en el Cielo y en la tierra.

Los que no aceptan el Evangelio son, sencillamente, perdidos sin remedio. Nosotros los fieles somos pecadores perdidos y rescatados mediante la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Y esa perdición que es tan desatendida, se cierne sobre los que no aceptan sus estados pecaminosos y se burlan del castigo y lo menosprecian.

La Palabra de Dios dice claramente para nosotros, los que no queremos soltar el estandarte de Dios a pesar de los tiempos tan difíciles que corren, y que hacen tan espinosa la puesta en práctica de nuestra elección, llamamiento y vocación.


Entonces los que temían al Señor hablaron cada uno a su compañero; y Dios escuchó y oyó, y fue escrito memorial delante de él para los que temen a Dios y para los que piensan en su nombre.

Y estos serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. (Malaquías 3:18).

AMDG