martes, 22 de marzo de 2011

DIOS Y JAPÓN









Verás querido Enrique: te digo de salida que no tienes razón… y la tienes. Verás porqué digo esta boutade. Efectivamente, una falla tectónica ha producido el maremoto y los terremotos en Japón, con los resultados publicados por todos los medios. No creo que Dios quiera castigar especialmente a los japoneses por ser de religión sintoísta, y no ser cristianos. ¡Si se pusiera a castigar, a ver quién aguantaba!

Eso ha sucedido como un fenómeno natural, como lo es el volcán o el rayo que fulmina a cualquiera. Realmente, no sabemos que hay detrás de cada fenómeno y como influye en las persona y en su relación con Dios. Si reconocemos -tan rudimentariamente como queramos- al autor del Universo como controlador de todo el orden de las galaxias y estrellas, hemos de inferir necesariamente que controla este planeta tan insignificante.
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Los hombres -tan presumidillos nosotros- creemos que nuestras personales cositas son muy importantes. Solo lo son para nosotros, porque cuando muramos la vida continúa, y al paso de una generación todo se borra y queda solo lo que los historiadores quieran decir. Por tanto, nuestras obras y nuestros asuntos no son importantes, ni siquiera cuando manejamos el poder humano contra otros. La historia lo minimiza hasta casi ser conocimiento de muy pocos en cada generación. Mueren mil soldados, y solo su familia sabe de ellos. En pocos días ya estarán olvidados… y el mundo seguirá girando.
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Vaya a la calle, y pregunte por los nombres más importantes de la historia ¿quién le dará cuenta de ellos? Ni siquiera los universitarios –para vergüenza de ellos- sabrán algo más que asociar los nombres a epopeyas o casos que no son los que verdaderamente les han dado notoriedad.
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Yo me imagino- al hilo de mi reflexión- a un habitante de Japón antes del maremoto, de Pompeya antes de la erupción del volcán Vesubio, o al que iba distraído en su auto y murió en un “tonto” accidente. Un momento antes, estaba pensando en el dinero que debía o el que le debían, en su viña o su barquito de pesca, o que llegaba una hora tarde a su reunión, por no haber salido a la carretera con tiempo suficiente para llegar a su hora. Una auténtica paradoja.
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No somos dueños del minuto siguiente de nuestra vida, y pretendemos meter a Dios en un bolsillo. Aborrezco la palabra “definir” aplicada a las cosas de Dios, y que los teólogos manejan con una temeridad a veces rayana en la locura. ¿Pero sabes tú, hombre, lo que es Dios y lo que significa en nuestra miserable y corta vida en el ámbito universal?
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¿Como concibes semejante poder y grandeza? Si algo valemos es porque seamos de Dios; lo demás es el fin de ser humano en una sepultura hedionda. No es muy inteligente -y sí agravia a Dios- juzgarlo y condenarlo sin más, y menos aun con la petulancia con que se hace por hombres ignorantes, presuntuosos, y débiles.
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Rafael Marañón
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AMDG.
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Un toquecillo bíblico
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¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto.
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Entonces respondió Job a Yahvé, y dijo: He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar.
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Respondió Yahvé a Job desde el torbellino, y dijo: Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 39, 40)