Estimado Francis: No tengo el menor inconveniente en satisfacer
tu curiosidad. Soy anciano y me he retirado de las pompas y vanidades y por eso
doy gracias a Dios de que no me haya puesto en eminencia, ya que tal vez hubiera
tenido que tomar decisiones que no me habrían gustado.
Ahora, ya al fin de mis días, contemplo todo cuanto he vivido, y
veo que seguir a Jesucristo ha sido el mejor acierto de mi vida. He vivido
siempre con estrechuras, pero también he llegado a fin de mes o año sin escasez. Como
decía el poeta
Yo, Boscán, no procuro otro tesoro
Sino poder vivir medianamente
Ni escondo otra riqueza, ni otra adoro.
Soy pobre (no miserable) y me atengo al mandamiento de Dios, que
no creas que es más fácil, ahora que las pasiones sensuales han casi desaparecido.
Hay otras muchas cosas por las que hay que vigilar, y que son propias de la
edad y de la situación.
Y me siento dichoso de no ser alguien de renombre, porque eso
significa una responsabilidad. Hay que tomar decisiones que me desbordarían, y
que de ningún modo hubiera tomado desde mi óptica cristiana. Así que ando en
paz y en justicia, hasta donde alcanzan mis fuerzas. Dios sabe lo que hay en mi
corazón.
Porque es que yo me creo lo que dijo Jesús, siendo yo muy joven, y
no me van a convencer los mensajeros de la mentira, de que no hay un Dios en el
Cielo. Lo hay y como decía un dicho en mis tiempos juveniles.
Yo no le temo a la muerte
Que la muerte es natural.
Solo le temo a la cuenta
Que a Dios le tengo que dar.
Estos mencionados mensajeros de la anarquía guerrera van
pregonando la era de la razón, pero desde el principio van errados en las
cuentas al negar la existencia de Jesús y de Dios. Y hay que ser muy zopenco para no entender que algo siempre proviene de
alguien. Si las cuentas están erradas
de principio, las demás operaciones, así sean matemáticas o
de otra clase, están erradas.
Tampoco hago caso de los aportes de los ignorantes que pretenden
darle a todo el sabor de su salsa. Las tonterías y
falsas cuestiones me dejan impasible. No desprecio
la piedad del pueblo ignorante voluntario, pero no quiero entrar en sus falsas
piedades, aunque respeto y admiro su devoción y su arrebato. Si no saben más y no
tienen más contacto con la realidad espiritual, no es negligencia
enteramente suya. Algo de culpa nos toca a
nosotros, que estamos algo más metidos en los misterios del Espíritu.
Tengo una magnífica familia, amigos, y soy feliz como un bobo.
Y como por naturaleza me quedan pocos telediarios, procuro ser cada día más
vigilante y hacer lo que pueda por la causa del Evangelio. Algunas veces
resulto casi herético para algunos, pero sé que hago lo correcto. Si hay error o aparezco insolente,
me acojo a la misericordia de Dios y digo como el Rey David.
Estoy en
grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Yahvé, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no
caiga en manos de hombres. (1º Crónicas 21:13)
AMDG