jueves, 29 de noviembre de 2012

EL LABERINTO DE LA ADOLESCENCIA



Nos quejamos de que nuestros hijos no nos obedecen, y somos nosotros los que iniciamos esa espiral de discordias y de desobediencia a los preceptos santos y puros de Dios, y las suaves restricciones del Espíritu. Si nosotros- los padres- no obedecemos al Padre de las Luces ¿Cómo podemos esperar que en esa situación, nos obedezcan nuestros hijos? ¿Tan ineptos somos?

En la Televisión, se admira al chico o a la chica que hace lo que le da la gana, pues se supone que son de casta de ricos y se lo pueden permitir. En general la mayoría de los adolescentes son de clase llamada baja, y son reluctantes y se niegan a estudiar y aprender. Lo cual necesitan para situarse en la sociedad que ellos mismos contemplan en esos medios, y que se repite desaforadamente en la calle.

Luego naturalmente estafados y desalentados se apuntan a la contra globalización, a las protestas, a cualquier ideología que crean que pueden redimirles, a los vicios execrables, y finalmente al contrapoder.

Es una queja continua, por las desigualdades que contemplan. No las atribuyen a su impericia, laxitud, vicio, o abandono de valores, sino a la “injusticia” de la sociedad. Y realmente lo es, pero por causa de “otros ingredientes” por ellos ignorados, despreciados, o alentados desde su inopia y sus fobias.

La antigua receta paternal es objeto de burla, y considerada como atraso. "El sometimiento a los padres es también tiranía" se dice con entusiasmo. Ha sido sustituida por unas leyes tan estúpidas, como intencionadamente disolventes de la sociedad. A esta se le supone unas libertades, que no existen ni en las listas de los partidos políticos que se infieren que proclaman la libertad.

Hay quien dice que esto es un asco, porque falta la doctrina de Jesús de Nazaret,  y de la Santa Escritura, que ponga orden en este galimatías. A pesar de su  aparente indiferencia e insensibilidad hacia los valores cristianos, son la causa de tantas y tantas contrariedades, tristezas, y calamidades como leemos en los periódicos cada día.

Os obsequio con un pasaje bíblico, que contempla esta situación en los antiguos tiempos de Israel. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (Ezequiel 22:30) Y eso es muy triste… Dios no lo halló.

AMDG.  

EL PROBLEMA DE LA ADOLESCENCIA




Somos continuamente machacados por la publicidad, y por las películas y programas que tienen como base el sexo y la violencia. Es tan habitual que ya hasta los padres hemos aceptado que nuestros hijos coman de tan repugnante manjar, y que consecuentemente actúen tal como la filosofía de estas cosas les dicta.

Porque es un verdadera dictadura de modas y de formas de vivir. Los medios de comunicación (sobre todo los visuales) hacen que escenas que hace años, serían motivo para ser detestadas y prohibidas, se sirvan ahora como si fuesen flanes o barras de chocolate.

Los niños y mayores, beben literalmente no solo escenas, sino también las formas de enfocar las situaciones, con lo que esta clase de enfoque de la vida ha venido a ser el enfoque general de todas las gentes. Una sociedad así, está abocada irremisiblemente a su destrucción.

Esto pasa con personas algo leídas y preparadas, que suelen aparecer por los medios, dando sus opiniones sobre como se puede hacer para que la sociedad funcione como ellos opinan, sin saber ni de lo que hablan ni de lo que piensan podemos figurarnos lo que es el pensamiento de la generalidad de las gentes ayunos e instrucción y educación cívica.

Siendo esto así, podemos figurarnos el pensamiento de millones de personas que por la causa que sea no han leído ni el periódico, (un 70% no lo lee, y un 80% se nutre solo de los programas televisivos) que les gustan como es natural.

Estos programas se los proporcionan medios que solo buscan su negocio, que es nutrir de ese alimento deleznable que es la llamada “cultura popular”, a las personas que en su dependencia no pueden salir ya de estos gustos y formas de pensar. Se han convertido en tributarios de estos programas.

Por supuesto, hay psicólogos que tienen recetas para tratar a los chicos sobre todo, y a los adolescentes en especial, ya que son los que producen más discordia y barullo en los hogares. Pretenden enseñar a los padres, cuando los chicos son ya de quince años aproximadamente, y naturalmente la queja es general y las dificultades casi insalvables.

AMDG