martes, 29 de mayo de 2012

CON JESÚS



Dondequiera que anide la alegría,
Allí estarás, precioso Redentor,
Si mi vida se torna más sombría
Nunca de ti me faltará el amor.

Aunque ignore que me depara el día,
Y me aceche el peligro alrededor,
Esperaré tu alegre epifanía
Que consuela mi duda y mi temor.

Y seguro en tus brazos amorosos,
Junto al Padre de la divina paz,
Habitaré en parajes abundosos.

Y en la fuerza divina de tu amparo,
Donde alaban los ángeles gozosos,
Andaré por esta tierra sin reparo.