jueves, 10 de marzo de 2011

AL FIN LIBRE













Amigo Miguel: nada de timidez, porque vuestros mensajes -y más lo que vienen picando- me sirven a mí para hacer los míos con las repuestas: De momento me dejo de filosofías y, como decía San Pablo- de “huecas sutilezas” y voy de cabeza a asunto. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2:8).

No soy teólogo –repito- ni quiero serlo, y así lo digo siempre que se presenta un caso así. A lo sumo un aprendiz. Pero todos tenemos algo que decir, y unos y otros nos abrimos a nuestros distintos pensamientos. Eso -con respeto- es bueno a todas luces. Si vamos a lo que vamos, sin entrar en disquisiciones filosóficas, vemos que los mandamientos son solo diez, y no hace falta descubrir nuevas américas, para entender que donde dice “no matarás” es que no mates, y así todo.

Darle vueltas con el cura o pastor que ha caído en la carne, por falta de oración, por fuerte tentación… o por lo que sea, ya no es argumento. ¿A que viene ese encarnizamiento y por qué se les exige tanto? Son seres humanos, de carne y hueso. Lo que vale es el orden magistral que existe en la creación, y que requiere por la práctica y por la filosofía, un Hacedor. Realmente me da grima decir siempre lo mismo, pero los argumentos en contra me hacen expresarme así. Una lata.

Yo no puedo –ni ya quiero- demostrarte, como quieres, la existencia de Dios, y menos si tengo que amoldarme a tu forma de pensar. Realmente, el que en rigor no puede demostrar su inexistencia eres tú. Y te digo más. Ya estoy en un camino, en el que poco me importan las casuísticas, y las problemáticas, los argumentos, y los contra argumentos. Me dirijo fijamente por donde me indica Jesús, y me siento cómodo y contento. Y que cada uno haga lo que quiera.

Y te digo algo más, para todos los que -como nosotros- entramos en tanto tiquismiquis. Cuanto más me introduzco en discusiones, más dejo de leer mi Biblia. He de confesarte que cada día me interesa menos la polémica. Me gusta como creo y como vivo, y eso me basta

Ya no quiero más razones vanas. Ni justificaré cada día mi fe y como vivo. Yo proclamo el nombre de Dios, y sigo a Jesús; eso me basta. Oraré más, y leeré mi Biblia más; el Señor se encargará de darle forma a mi acción. Esta descansa solo en el anuncio de que -para los perdidos, que éramos todos- hay una salvación que está al alcance de cualquiera que desee vida eterna y paz en sus días. Ya está hecha la oferta; tómela el que quiera. Es su elección. En el texto bíblico que sigue está explicada la oferta.

Un toquecillo bíblico

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto sempiterno, el de las misericordias firmes a David.

Rafael Marañón 10 de Marzo de 2011

AMDG