lunes, 4 de abril de 2011

CADA CUAL, MIRE COMO HACE



El dicho de Jesús, de que renunciemos a todo para seguirle a Él, no implica que desamparemos a nadie de los nuestros, porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. (1ª Timoteo 5:8) Se trata de que  prescindamos de toda persona o cosa, que estorbe nuestra vocación y llamamiento. Ya tiene la vida suficientes contrariedades como para expiar nuestros pecados, a base de suplicios que no sirven de nada.

Solo el mérito de Cristo Jesús, avala nuestra salvación y premio eterno. Nosotros haremos bien, siguiendo sus instrucciones como la que sigue: Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios. (Hebreos 13:16).

Según mi experiencia, solo practicando el bien continuamente, y recogiendo alguna que otra ingratitud, rechazo, junto con algún compañerismo, etc., basta sin necesidad de hacer expiaciones por nuestra cuenta. No tratemos de desvirtuar el sacrificio de Cristo con «añadidos» innecesarios.

Esta obrita, pretende situar el tema de los matrimonios en un contexto de comprensión mutua, que no excluye discrepancias, pero que no quiere ser agresivo con los que no compartan las ideas que aporto en él. Comprensión y receptividad, de lo bueno de los demás.

Es un aporte de ideas, para reflexión e información, que inviten a cada lector a pensar y buscar intercambio de estas reflexiones, o para mejor asentamiento de la correcta doctrina. Quiero aclarar y no confundir. Titánico esfuerzo, y osada pretensión. Y preparar el cuerpo para los palos a recibir, de “tirios y troyanos”. No habrá nada de misericordia. Juicio riguroso  ciego.

No es bueno que se establezcan conceptos rígidos que, por ser controvertidos y, para más gravedad, de importancia vital en la vida de todos, hombres, mujeres y niños, son de muy delicado tratamiento.

La gran multitud de reglas y costumbres que rigen la vida de las iglesias cristianas, se establecen como un corsé mental. Hay personas que por su escasa instrucción, por flojera mental, o falta de interés por las cosas espirituales, necesitan ir a remolque de alguna organización que les lleve, sin necesidad de pensar por sí mismas. Y verdaderamente hay muchos que necesitan de estas muletas espirituales.

Este modo de andar en “religión” de tantos, se tiene que apoyar en costumbres y doctrinas que el cristiano inmaduro, tiene por dogmas y mandamientos del Señor, cuando no son más que una forma aleatoria y circunstancial de procedimiento. No necesariamente mala, y tal vez muy buena, pero no determinante; creo que ni exclusivamente, la única vertiente por donde hacer correr el torrente de la espiritualidad.

Solo que es rígida, y desde luego, excluyente. Y no olvidemos que la rígida costumbre, inmovilista y arriscada en asuntos de importancia accesoria, es la peor enemiga del verdadero progreso, tanto cultural como espiritual. La historia nos lo demuestra.

Rafael Marañón. 4 de Abril de 2011