Canto a Dios el Creador, porque es el canto
Que el esfuerzo merece del poeta que ama;
Del que enciende la mecha del amor que le inflama,
Y que llora de gozo su apacible encanto,
Que de su Majestad, continuamente mana.
A mi Cristo bendito, humilde y obediente
Que a pesar de la saña y torva incomprensión,
Ofreciendo su vida, su sangre y su pasión,
Del padre hizo el deseo sumiso y diligente,
Y con su propia sangre logró mi salvación.