lunes, 20 de agosto de 2012

LOS POCOS SABIOS QUE EN EL MUNDO HAN SIDO


 


Fe no es creencia. La creencia nace en el temor o ignorancia. Hay miles y cada uno tiene las suyas. La fe está sostenida por innumerables testimonios de gente que podía haber vivido bien, y que dio su vida o la expuso para dar testimonio del bien de Dios y los hechos de Jesús..

Solo citar que la “revolución cristiana” supuso la anulación de la esclavitud, a pesar de que tirios y troyanos no la sueltan y la adaptan a su modo, pero en los países "cristianos" la esclavitud no goza de buena prensa

Y al pobre Espartaco lo crucificaron, como a todo el que en su tiempo se oponía a la esclavitud. Ni Darwin, ni Kepler, ni Einstein, ni Copérnico, ni Edison, ni Pasteur… y muchos más científicos de los que no recuerdo ahora, y que no son cabreros ni nada de eso, negaron la existencia de Dios como ordenador, creador, y sostenedor del Cosmos.

Por el contrario reconocieron esa superioridad infinita que es la adoración verdadera. Detrás de todo orden hay una inteligencia, y si ese orden es el del Universo aun más. Dios está detrás de lo grande y de lo chico.

¿Quién le dijo a San Pablo que los hombres todos somos de una misma sangre sea la raza que sea? No con el microscopio sino con la Revelación. Y Pablo era alguien eminente en su pueblo, no un cualquiera.

No es cuestión de intercambiar argumentos o falacias, La inteligencia humana solo con ver un esqueleto, ya sabe que eso no se hace solo. Si algunos hacen de la fe un comercio no es culpa de la fe y ni siquiera del comercio.

Es el mismo hombre sujeto a sus intentos codiciosos y a la tendencia a abusar de los dones que se le han concedido. Tal es el culpable y en la libertad podemos pensar lo que queramos bueno o malo. Y lo bueno ya lo tiene descrito el cristianismo y lo malo también.

El fruto del Espíritu de Dios es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Y el fruto de la incredulidad son  manifiestas; adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
Acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Así que solo con examinar tales frutos y tales diferencias, cualquiera puede ir por uno u otro camino. Es su libertad.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Los incrédulos (que están en su derecho de serlo en la libertad que Dios concedió), se quejan solo cuando les perjudican a ellos esos frutos de la incredulidad. Los frutos del Espíritu de Dios convienen a todos, y son aprobados por cualquier persona digna y seria. No hay ley contra ellos, y las mismas autoridades las aprueban y no se meten con ellas.
Las otras de lo que San Pablo llama “carne” (sarka, en griego antiguo) son abominadas por todos, y solo los libertinos codiciosos y sin conciencia del bien y del mal los practican.
Perjudicando siempre a los que son víctimas activas o pasivas de sus hechos. Eso no quiere decir, que yo me meta en la conciencia de nadie. Solo expongo las diferencias, entre una y otra forma de entender la vida genuinamente.

VUELVE A MÍ, JESÚS


Desde el día que te fuiste de mi lado
Transito por desierto seco y muerto;
Me encuentro solitario, triste y yerto
Penando mis errores y pecado.

Perverso fui, con loco desenfado;
Tu amor que me llamaba a ser liberto 
Soberbio, desprecié ¡cruel desacierto!
Del grillo del dolor y ya amnistiado.

¿Y tú, que a todos das amor y vida
Me dejas en la noche oscura y fría,
Sin lumbre, sin amor, ni luz, ni guía?

Acude a mí, y sana tú mi herida
Redime por tu amor mi vida impía
Y llena el corazón de tu alegría.

Y así en tu cercanía
Disfrute en tu regazo, rozagante,
De vida, paz y gozo en todo instante.